Un nuevo informe, otro más, sobre lo caro que sale el AVE a los españoles. Esta vez lo ha publicado una fuente atípica, el Real Automóvil Club de Cataluña (RACC), pero manejando números de la Unión Internacional de Ferrocarriles (UIC, del francés), de Renfe, de Adif, del Ministerio de Fomento y de todos esos órganos y organismos de los que nadie dudaría. Publicado a finales de abril pero sin apenas repercusión, el estudio se pregunta “si conviene continuar con un proyecto [la alta velocidad] que a día de hoy muestra su falta de sostenibilidad, sobre todo en el actual contexto económico.”
Bajo el título Alta velocidad en España, ¿seguir con el dispendio?, el RACC llama a hacer “un alto en el camino” en la inversión en AVE. Con más de 2.000 kilómetros, España es el primer país de la OCDE y el segundo del mundo en longitud de vías, solo superado por la imbatible China.
Y es que cada uno de esos dos mil y pico kilómetros salen por un ojo de la cara. Las comparaciones vuelven a ser desastrosas para España: 9.000 pasajeros por kilómetro de AVE en el trayecto Madrid-Barcelona, cifra que asciende a 14.000 en el caso de Madrid-Sevilla, la más antigua y rentable. La media internacional de usuarios por cada mil metros de vía rápida asusta: 51.000 pasajeros entre Colonia y Fráncfort, 59.000 entre París y Lyon, 235.000 entre Osaka y Tokio…
El umbral de rentabilidad
La apelación de RACC a frenar el impulso inversor viene dada, siempre según el informe, por el capítulo presupuestado para el AVE en 2012. En plena vorágine de recortes del Gobierno de Mariano Rajoy, Fomento, un ministerio que sale escaldado de los PGE, mantiene partidas para la alta velocidad: de los casi 12.000 millones destinados a inversiones, 6.043 van para el ferrocarril. Y 4.188 millones solo al AVE, que se chupa un tercio del monto total que dispone el ministerio de Ana Pastor.
"Se ha llegado al límite de sostenibilidad de las finanzas públicas dada la situación económica del país", indica el RACC, por lo que "no se pueden seguir malgastando los recursos públicos. No se trata de poner en cuestión un hecho ya irreversible, sino de hacer un alto en el camino para ver lo que se ha dejado atrás y lo que queda por delante".
El documento reconoce que “no existen estudios globales que cuantifiquen el impacto del AVE”. Así que los promotores del texto recogen píldoras de los informes publicados y las memorias económicas. “Estudios rigurosos y fundamentados estiman en una demanda de entre 6,5 y 8 millones de viajes la mínima necesaria para alcanzar el umbral de rentabilidad de un corredor de alta velocidad. ¿Cuáles son los corredores en España que puedan alcanzar un nivel de uso como este? La respuesta es clara: ninguno”.