Las pruebas de esfuerzo o test de estrés que prepara el BCE para la banca no incluirán una quita a la deuda pública que se halla en los balances de las entidades, según fuentes cercanas al Gobierno y fuentes del sistema financiero.
Un alivio importante para las entidades españolas, que según las estadísticas recogidas en el Tesoro han elevado sus posesiones de títulos del Reino de España, desde el 26 por ciento de la deuda anotada a vencimiento al cierre de 2006 hasta el 38 por ciento registrado en agosto de 2013. En seis años, la banca casi ha cuadruplicado el papel del Estado albergado en sus balances, superando los 250.000 millones. Aunque de acuerdo con estos datos, las entidades han comenzado a deshacer muy levemente sus posiciones desde junio de este año.
La banca española casi ha cuadruplicado el papel del Estado albergado en sus balances, superando los 250.000 millones
De acuerdo con estas fuentes, en los exámenes a la banca no hay intención de estresar la deuda pública por tres razones: en primer lugar, porque se considera que después de los avances en la integración europea el euro es sólido y, por lo tanto, la deuda pública también. Segundo, porque la deuda pública de la eurozona tiene el respaldo implícito del BCE desde que Draghi crease el programa de compra de bonos estatales conocido como Outright Monetary Transactions (OMT). Y tercero, porque los criterios internacionales de Basilea III ya ajustan el riesgo de la deuda pública en los balances de capital, aunque otra vez sea dependiendo de la calificación de las agencias de rating.
Las lecciones aprendidas
Noviembre de 2010, romántico atardecer en el balneario francés de Deauville. Cual enamorados primerizos, Merkel y Sarkozy pasean en el magnífico marco de las playas normandas, escenificando su idilio político. Una inspiración que les sirvió para fijar las reglas de hierro de los rescates de Estados en dificultades: según el patrón acordado por el Merkozy, la deuda soberana encajaría quitas. La traición a la periferia se consuma, los mercados entran en pánico y la pretendida bala de plata para salvar a Europa acaba siendo un tiro en el pie.
Desde entonces, las primas de riesgo de los países periféricos se descontrolaron sin remedio. Hasta el punto en que el BCE tuvo que prestar a la banca para que ésta a su vez financiase a los Estados y ganase de paso mucho dinero con ello, en una suerte de círculo vicioso que acrecienta los vínculos entre los soberanos y los sistemas financieros nacionales. Los salvamentos europeos se sucedieron con los mismos resultados que un bombero pirómano: ahuyentan a los inversores que en principio debían atraer. Y sólo la intervención de Mario Draghi en julio de 2012 detiene la sangría. El BCE establece la OMT, un sistema por el cual garantiza la deuda al comprometerse a comprar bonos soberanos a cambio de reformas.
La deuda pública tiene el respaldo implícito del BCE desde que Mario Draghi anunció que compraría bonos a cambio de reformas
La lección se ha aprendido en Europa. No tocarás la deuda pública en vano y reforzarás los balances de los bancos. Y como la banca tiene la capacidad de arrastrar a los soberanos, se marca como objetivo una unión bancaria que, por diluida que sea, brinde ciertas garantías a los inversores de que los Estados no volverán a tambalearse por los problemas en las entidades financieras.
El examen a la banca
Antes de tomar el control de la supervisión bancaria a finales de 2014, el Banco Central Europeo someterá a un examen a las principales entidades del continente. Por un lado, la Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) revisará la composición, calidad, colaterales y provisiones de todas las carteras de las entidades, en un proceso bautizado como Asset Quality Review, cuyos resultados se conocerán en torno a abril. Y a continuación el BCE pondrá a prueba esas carteras de acuerdo con unos escenarios de riesgo. En función de los resultados, allá por octubre o noviembre del año que viene, el organismo presidido por Mario Draghi exigirá a las entidades que no aprueben los test de estrés mayores niveles de capital.
Según una encuesta de Goldman Sachs a inversores, después de haber insuflado entre dinero público y privado unos 487.000 millones de capital en la banca europea, los test de estrés y la AQR sólo serán creíbles para el mercado si conllevan el suspenso de 11 entidades, el rescate de al menos una y la inyección de otros 75.000 millones en el conjunto de las 180 mayores entidades de la zona euro. Un 86 por ciento de los encuestados sostuvo que los bancos italianos necesitarían más capital, un 57 por ciento que los alemanes y un 56 por ciento que los españoles.
Los transalpinos no han afrontado todavía el saneamiento de su sistema financiero; los germanos han conseguido que sus entidades más pequeñas y cuestionadas se libren del examen; y los españoles se disponen a salir del rescate bancario y, por consiguiente, estiman que cualquier necesidad de capital encontrada sea asumible. Es más, en su última revisión el Banco de España ha encontrado que habrá que provisionar unos 5.000 millones más por las refinanciaciones, unas cantidades que pueden absorber los resultados de las entidades.
Una de las incógnitas de las pruebas de esfuerzo a la banca reside en qué ratio de capital se exige según los activos ponderados por riesgo. La EBA ha definido el 8 por ciento, pero el BCE todavía no se ha pronunciado y los bancos españoles hacen lobby para explicar que han aplicado unos criterios muy exigentes a la hora de valorar estos riesgos y, por lo tanto, piden la igualdad de trato respecto a sus pares europeos.