"Habrá bancos débiles que tendrán que salir del mercado y sistemas bancarios que tendrán que reducirse", así de contundente se muestra el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su último informe sobre la estabilidad financiera mundial, donde explica que las entidades tienen que adaptarse a un nuevo entorno de bajas tasas de crecimiento y de interés, reduciendo los préstamos problemáticos y racionalizando los balances y las estructuras del sector.
Esto, tal y como explica, requerirá el ajuste de modelos de negocio antiguos para mantener la rentabilidad y la adaptación a nuevas realidades comerciales y nuevas normas regulatorias. Una vez que salgan los bancos más débiles, la demanda del crédito de los bancos restantes será suficiente como para que exista un sistema bancario "dinámico y saludable", capaz de crecer y sustentar mayores márgenes de capital y liquidez.
Según el Fondo, las autoridades pueden contribuir a despejar la incertidumbre finalizando las reformas regulatorias pendientes, sin incrementar significativamente los requisitos globales de capitalización y protegiendo al mismo tiempo la integridad del marco de capital.
Para el FMI, el 25% de los bancos de las economías avanzadas seguirán siendo débiles y se tendrán que enfrentar a retos estructurales significativos. A su parecer, se necesitan reformas sólidas y más gestión sistémica, especialmente en los bancos europeos.