Las estimaciones macroeconómicas del Gobierno apuntan a un exiguo 0,5 por ciento de crecimiento el año que viene. Sin embargo, el Fondo Monetario Internacional puede revisar a la baja estas cifras, enfriando el moderado optimismo que empezaba a vender el Ejecutivo de Mariano Rajoy.
Los datos económicos comienzan a dar ciertas señales de suelo. De aquí a noviembre, el buen tiempo hará que la economía española encuentre por fin un cierto respiro. Tras encadenar dos años de malos resultados, el empleo y algunos indicadores industriales y de consumo revelan una ligera estabilización. No obstante, la institución que encabeza la francesa Christine Lagarde mandará esta semana una advertencia de los riesgos que aún se avecinan para el Gabinete de Rajoy, según fuentes conocedoras del informe anual del FMI sobre la economía española.
Este lunes tenía que publicarse el documento sobre España que elabora el FMI todos los años dentro del llamado capítulo cuarto. Y pese a que se vislumbran algunos rayos de esperanza en un sector exterior que se comporta incluso mejor de lo esperado, los problemas se acumulan en una demanda interna lastrada por el paro, la falta de confianza y el exceso de deuda. Lo cual a su vez repercute en un sector financiero que sigue lastrado por la coyuntura y en unas cuentas públicas todavía inmersas en un proceso de ajuste difícil de domeñar.
Este documento debía haber sido comunicado en una rueda de prensa este lunes, pero su presentación oficial se ha trasladado al miércoles por la mañana, en medio del tira y afloja motivado por las habituales matizaciones que solicita el Gobierno. En su análisis de fortalezas, desafíos y vulnerabilidades, siempre envuelto en un leguaje políticamente correcto, los técnicos del Fondo argumentarán que se ha dado una importante mejora de la competitividad, pero que las condiciones de la economía permanecen frágiles y hacen falta nuevas reformas.
