A cierre del pasado mes de agosto había en España 2.924.240 parados, según los datos del Servicio Público de Empleo Estatal, el nivel más bajo de los últimos diez años. El SEPE contabiliza también 4.360.247 demandantes de empleo, una cifra muy inferior a la que se alcanzó en 2013, cuando más de 6,24 millones de personas buscaban un puesto de trabajo.
Una de las cosas que más llama la atención de los datos de paro registrado del mes de agosto publicados por el Ministerio de Trabajo es la cantidad de personas que estando ocupadas buscan un puesto de trabajo mejor, con más sueldo, más adaptado a sus conocimientos académicos y horarios o, en otros casos, para compatibilizarlo con el que ya realizan. Son 945.343, el 21,68% de todos los demandantes de empleo.
Habría que remontarse al año 2007, antes de que estallara la crisis financiera internacional, para encontrar un porcentaje similar. En ese ejercicio, el SEPE contabilizó 3.018.350 de demandantes de empleo, de los que 623.827, un 20,66%, estaban ocupados. Entonces había poco más de dos millones de parados. En el año más próximo con el que se pueden realizar comparaciones homogéneas, 2019, el porcentaje fue del 20,38%. Había entonces 80.000 demandantes de empleo más que hoy y 45.000 demandantes ocupados menos.
Tradicionalmente, las mayores cifras de ocupados inscritos como demandantes de empleo se dan en épocas de persistente reducción del paro, como la que se ha vivido en los últimos meses. Cuando el mercado laboral está más presionado, con elevadas cifras de desempleados y de demandantes de empleo, las solicitudes realizadas por gente que en ese momento está ocupada descienden, al entender que será más difícil encontrar un puesto de trabajo.
Basta comprobar los porcentajes que se han dado en los últimos ejercicios. En 2013, cuando en el primer trimestre se alcanzó el mayor número de parados de la historia reciente, con más de seis millones y cerca del 27% de la población activa, un total de 6,24 millones de personas demandaban un puesto de trabajo de los cuales el 15,66% correspondía a personas ocupadas. Desde el mes de agosto de ese año el paro ha disminuido en cerca de 1,8 millones de personas.
Evolución
También se puede constatar analizando la relación entre demandantes ocupados y parados. En 2013, año obligado de referencia, este cociente suponía el 20,8%, una cifra muy similar a la que se dio un año después. En aquellas fechas, el número de desempleados oscilaba en el entorno de los 4,5 millones de personas. En 2019, con menos de 3,1 millones de parados, la proporción subió al 29,52%, y en agosto de este año, al 32,32%.
Hay expertos que vinculan también este crecimiento al fuerte crecimiento de los contratos indefinidos a tiempo parcial, que en los ocho primeros meses del año han aumentado un 256,52% en relación con el mismo periodo del año anterior, a pesar de que los contratos indefinidos a tiempo completo han crecido un 154,78%.
De los 945.343 demandantes de empleo ocupados que había a cierre del mes de agosto pasado, el 61,7% son mujeres. La mayor demanda de mejores empleos se da en el sector servicios, que absorbe cerca del 68% del total, en línea con el peso específico que este sector tiene en la economía española. Por detrás están la agricultura, con 155.737 demandas, el 16,5%; la industria, con el 10,5%, y la construcción, con apenas el 4,72%.
La estadística del Ministerio de Trabajo cataloga a los demandantes del empleo en cuatro categorías: ocupados, parados, con disponibilidad limitada y/o demandas muy específicas de puestos de trabajo (solo a domicilio, teletrabajo…) y no ocupados/TEASS.
Reparto por comunidades autónomas
Los datos por comunidades autónomas difieren sustancialmente sobre la media nacional del 21,68%. En Castilla-La Mancha, apenas un 12,97% de los demandantes de empleo estaban trabajando en el momento de la solicitud. O en Canarias (13,02%), Asturias (13,62%) y Castilla y León (14,98%). En el otro extremo destaca el porcentaje que se da en el País Vasco: un 54,71%. De los 301.991 peticiones de empleo registradas en dicha comunidad, 165.190 corresponden a personas que están trabajando.
No es un hecho aislado. Desde el año 2017, es una constante en esa autonomía. Si en 2013, el porcentaje estaba en el 20,48%, cinco puntos porcentuales por encima de la media, en 2017 subió al 44,57%, y desde entonces no ha parado de incrementarse. La razón de esta diferencia entre la media nacional y la del País Vasco podría estar en que el Gobierno regional otorga ayudas complementarias (a través de la Renta de Garantía de Ingresos, RGI) a los perceptores de sueldos más bajos siempre y cuando se mantengan en las listas del SEPE.
La siguiente región con mayor porcentaje no alcanza siquiera la mitad de la del País Vasco. Es Murcia, con el 26,23%, siete puntos porcentuales más que en 2013. A continuación está Baleares, con el 25,71%, y Aragón, con el 24,1%. En todas las comparaciones se han obviado las cifras de los años 2020 y 2021 al estar fuertemente distorsionadas por las especiales circunstancias laborales que se vivieron durante los meses más duros de las pandemia.