La tregua de Moody´s al rating soberano de España se ha traducido en fuertes avances en los mercados españoles. La deuda, el Ibex y el CDS (Credit Default Swap) español han fijado nuevos mínimos de los últimos meses, y fijan ahora unas cotas de cierta normalidad; de 'no rescate'. Si los mercados se hubieran mantenido en ellas durante todo el año, no se habría solicitado un auxilio financiero para el país.
La deuda a 10, 5 y 3 años tiene su rentabilidad en mínimos desde abril (5,48%, 4,25% y 3,49% respectivamente), cuando los mercados estaban razonablemente bien sujetados por el LTRO del Banco Central Europeo (BCE). El seguro de impago fijaba nuevos mínimos, por debajo de los 250 puntos, la cota más baja desde el pasado año. Por si fuera poco, el Ibex se anotaba un 2,37% al cierre, hasta 8.128 puntos, que dejan a tiro de piedra a la renta variable española de eliminar las pérdidas anuales (se deja un 5% en el ejercicio).
Santander ha vuelto a colocarse hoy como principal compañía en capitalización bursátil y avanza ya un 30% anual. BBVA un 11%. Dejando de lado el tirón del 18% de Bankia (su baja cotización hace que amplifique los movimientos), la banca y las constructoras se dispararon hoy.
Los mercados vuelven a estar en cotas de razonable normalidad y conviene recordar que ayer se solventó una amplia subasta con solvencia, de las dos que se esperan esta semana. Habrá que ver la de mañana jueves, pero si el mes de octubre, con muchos miles de millones de euros de vencimientos (26.500), se supera con calma, es posible que el Ejecutivo siga mirando con calma la posibilidad del rescate.
¿Hasta febrero?
Algunas especulaciones afirman que Rajoy intenta llegar a febrero con los mercados abiertos y la prima de riesgo por debajo de los 400 puntos. Si fuera así, ¿existiría la posibilidad de renunciar al rescate?
Hoy, en un banco Ibex, afirmaban que “el rescate se pedirá sí o sí”, dando por hecho que será una cuestión inminente. Las compañías tienen urgencia en que se solicite, para rebajar los costes y el acceso a la financiación. Ahora mismo, los mercados están prácticamente cerrados para el inversor privado, por lo que es lógico que sean las empresas quienes más presionen al Gobierno.
Pero en Moncloa tienen claro que la prima de riesgo está estructurada en tres tramos: el primero (200-250 puntos básicos) responde al lógico diferencial de PIB con Alemania y al peso del déficit público. Los siguientes 200-250 reflejan el riesgo de deuda y la situación bancaria y los otros 200 descuentan la posible salida de España del euro.
Cuando España llegó a alcanzar 700 puntos básicos el pasado mes de julio fue el momento en que Mario Draghi salió a la palestra a decir que “haría todo lo posible por defender el euro”. Esas palabras eliminaron el tercer riesgo, lo que devolvió el diferencial al entorno de 400-500 puntos.
Y es la inminencia de un rescate bancario (que no llega a pesar de que se solicitó en junio) junto a otro soberano, que debería materializarse en compras de Bonos de hasta 3 años, la que ha llevado la cotización de la deuda pública a niveles previos al propio rescate.
Los mercados son un estado de confianza y el compromiso del Banco Central Europeo (BCE) provoca que nadie se atreva a estar corto de bonos. Al revés, a la mínima, vienen los avances. El Ejecutivo intenta jugar con ese ánimo, en la confianza de sorprender a finales del ejercicio con unas cifras de déficit cercanas a los objetivos anunciados (que ahora se antojan ciencia ficción) y comenzar un siguiente ejercicio con superávit por cuenta corriente. Pese a las presiones, Rajoy sueña con no pedir el rescate todavía y los arreones del mercado como los de hoy le dan nuevas esperanzas.