La improvisada reunión de la mañana de ayer en torno a Artur Mas y en la que participaron Oriol Junqueras de ERC, Joan Herrera, de ICV y David Fernández, de la CUP, despejó la gran incógnita que pesaba sobre el horizonte de Cataluña. Se ha conseguido una fórmula ambigüa para dar satisfacción a todas las partes. Por una parte, la pregunta recoge el planteamiento genérico del los nacionalistas en el Gobierno, al evitar en la primera pregunta la palabra "independencia", que siempre ha producido cierto rechazo entre buena parte de sus bases. A continuación se añade la palabra en cuestión, "Estado independiente", que ha reivindicado con vehemencia ERC, el socio de Gobierno de CiU, sin el cual difícilmente lograría aprobar los presupuestos, pendientes de su paso por el Parlament. La fecha, el 9 de noviembre, es decir, casi dos meses después de que se haya celebrado el escocés, previsto para el 18 de septiembre y dentro de 2014, cuando se conmemora el tercer centenario de la mitificada conmemoración de 1714.
El enunciado de ambas preguntas es evidente que choca con los artículos Uno y Dos de la Constitución, por lo tanto, la consulta es ilegal y, e opinión de los portavoces del PP que salieron inmediatamente a la palestra, Alfonso Alonso y Jesús Posada, no podrá celebrarse. Bien sea mediante un recurso al Constitucional o bien incluso mendiante la suspensión de la consulta como apuntó Alonso.
Artur Mas, en una comparecencia pública rodeado de los dirigentes de los partidos que tomaron parte en el encuentro, señaló que "hemos estado a la altura de las circunstancias" y pidió "una amplia mayoría del pueblo catalán" para que la respalde en las urnas. Naturalmente, Mas no olvidó mencionar al PSC, de quien dijo que le hubiera gustado que se sumara al acuerdo, logrado en conversaciones secretas a lo lardo de estos dos últimos días. Pero desde el PSOE, su portavoz parlamentaria Soraya Rodríguez respondió que se trata de una pregunta que no tiene cabida en la Constitución ya que no respeta que la soberanía nacional reside en todo el pueblo español.
Preocupación en Moncloa
En Moncloa se ha recibido con contrariedad y preocupación este paso al frente dado por Artur Mas ya que confiaban en que finalmente moderara sus pretensiones. Pero al final el líder de CiU ha cedido a las pretensiones de Junqueras quue desde el primer momento ha insistido en una pregunta en la que se incluyera la palabra "independencia" al estilo escocés. Y no ha cedido hasta lograr lo más parecido: "¿Está usted a favor de la independencia de Escocia?
Junqueras aseguró en la rueda de prensa que la pregunta tenía que ser "inclusiva" para que así implicara a una gran parte del pueblo de Cataluña. "No es la pregunta que quería ERC, pero sí creemos que refleja la mayoría representada en el Parlament".
La fórmula arbitrada por los partidos soberanistas catalanes es menos directa pero evidentemente incluye la fórmula deseada por ERC, que ya se considera el vencedor moral de este primer pulso. Ahora toca atender a si Artur Mas llevará esta cuestión al Congreso, al estilo de lo que en su día hizo Ibarretxe con el pretendido referendum del País Vasco o, directamente, plantea el plebiscito de una forma unilateral sin atender a lo establecido en la legislación del Estado.
Así se gestó el acuerdo
Los contactos sigilosos del miércoles entre los jefes de filas de ERC y CiU propiciaron un encuentro improvisado entre el presidente de la Generalitat, Artur Mas, Oriol Junqueras y Joan Herrera. Desatascar el peliagudo asunto del enunciado de la pregunta y la fecha del plebisicito soberanista era el único punto del orden del día del improvisado cónclave.
La convocatoria de una junta ejecutiva extraordinaria por parte de los republicanos en el tramo final de la reunión permitía adivinar que el encuentro había avanzado en la línea prevista y se podría finalmente anunciar una aproximación clara de las posturas en las negociaciones. Es decir, que había habido luz ver o "fumata blanca", como expresaba un destacado miembro de CiU.
La reunión no sólo ha versado cobre el contenido de la pregunta sino también sobre la fecha del plebiscito, otra de las incógnitas que sobrevolaban a lo largo de todo el proceso. El partido de Junqueras ha reclamado siempre la celebración de la consulta durante el año próximo, cuando se cumplen los trescientos años de 1714, el mitificado aniversario que festeja el nacionalismo catalán con todo tipo de actos y celebraciones.
El Gobierno central ya ha advertido en numerosas ocasiones y por todos sus portavoces que recurrirá al Constitucional cualquier tipo de planteamiento plebiscitario que se aleje de lo estipulado por la ley, de modo que se abre ahora la posibilidad de, o bien un amago y marcha atrás por parte de CiU, es decir, un "Ibarretxe 2", o bien el "choque de trenes" que anhela ERC, que sepultaría electoralmente a CiU.
Da la impresión de que Artur Mas no ha sido capaz de escapar al callejón sin salida en el que se metió hace dos años con el anuncio de este plebiscito, pese a las voces del mundo social, político y económico, incluso desde el ámbito del nacionalsmo, que le han insistido en apartarse de esta deriva tan peligrosa cuyo destino final se desconoce.