El Gobierno de Rajoy se mueve estos días con celeridad para contrarrestar la inquietud que se traslada desde Cataluña fuera de nuestras fronteras. Los observadores internacionales se mueven entre la perplejidad y el desconcierto. Un proceso de segregación en pleno siglo XXI y en la cuarta potencia europea no es una anécdota. El presidente ha ordenado una ofensiva general en toda regla para atajar la intensa campaña de propaganda que desarrolla la Generalitat en la que no escamotea ni medios ni fondos públicos. Moncloa reacciona con urgencia, quizás algo tarde, pero con intensidad.
Los ministros de Economía y Exteriores son los encargados de dirigir esta contraofensiva en el plano internacional. Llevan años haciéndolo, pero ahora se trata de apretar el acelerador. Los soberanistas catalanes se han situado en una deriva cada vez más incierta y sin salida. Guindos y Margallo tienen credibilidad, contactos y experiencia. El titular de Economía, por ejemplo, tras su frustrado asalto a la presidencia del Eurogrupo, está centrado estos días en la preparación de una serie de movimientos en el exterior a fin de tranquilizar a gobiernos y mercados sobre el complicado horizonte político nacional. La deriva nacionalista catalana y una posible derrota del PP en las generales son los dos puntos que más inquietan puertas afuera.
La posibilidad de la independencia
El equipo de De Guindos ultima una serie de contactos tanto en Europa como en los Estados Unidos para trasladar un mensaje unívoco a sus interlocutores: no habrá una Cataluña independiente, por más que algunos medios informativos anglosajones jugueteen insistentemente con esa posibilidad. El titular de Economía pretende, con este imprevisado 'road show', contrarrestar la imagen que se traslada desde Cataluña hacia algunos medios y determinadas cancillerías. Este viernes aprovechó la reunión de ministros europeos de Economía para incidir en sus declaraciones en esa línea: "Los mercados creen que la independencia es indeseable e irrealizable". Y añadió que tampoco ve con preocupación el escenario de "una desconexión gradual si los soberanistas alcanzan una mayoría absoluta". En esta linea subrayó que el Gobierno seguirá atendiendo las necesidades de financiación de la Generalitat, que el pasado año supusieron casi 40.000 millones, lo que le permitió al Govern ahorrar del orden de 3.000 millones, un dato que se le escamotea a la sociedad catalana.
Centrar el foco en las generales
La estrategia de Guindos es desviar la atención del órdago soberanista y centrarlo en las generales de fin de año. "El riesgo es que un vuelco en los comicios de diciembre produzca un salto hacia atrás, hacia 2012, y acabe con las reformas llevadas a cabo en estos últimos años", señaló.
La inquietud en el Gobierno español por la deriva de los acontecimientos en Cataluña es notable, entre otras cosas porque se deconoce con exactitud cuáles van a ser los pasos a seguir por Artur Mas tras el 27-S en el caso de que consiga una victoria, aunque sea ajustada, en los comicios. El sondeo del CIS se ha tomado en serio. Los secesionistas pueden alzarse con el Gobierno con la ayuda de las Cup. Y reconvertir unas elecciones autonómicas en el arranque de su itinerario hacia la tan anunciada proclamación unilateral de independencia. El pinchazo de la Diada de este Onze de Setembre, con menos presencia de asistentes que en los años precedentes, ha aliviado algunas inquietudes pero no ha despejado las incertidumbres. El peregrinaje de Guindos busca trasladar la idea de que Cataluña no protagonizará ninguna noticia atronadora.
Las fuerzas soberanistas han adelantado un plan de acción, desde el día siguiente a los comicios, que implicará la puesta en marcha de una serie de medidas para 'desconectarse' del Estado español. El Ejecutivo de Rajoy está movilizado y ha engraado también a la maquinaria de la Justicia. Pero todo es una incógnita. De ahí la importancia de atajar internacionalmente todo tipo de dudas sobre la deriva separatista. Guindos ha efectuado estos años importantes y discretos movimientos en esta diección. Ahora se trata de redoblar los esfuerzos puesto que determinados indicadores, como la prima de riesgo, empiezan a mostrarse sensibles a un riesgo de inestabilidad política en España. Esdudios económicos de relevancia y reputados analistas internacionales también marchan en la misma dirección.
La fibra sensible
Por su parte, José Manuel García-Margallo también tendrá ocasión de extenderse en una materia como Cataluña que le toca la fibra más sensible, hasta el punto de que a veces entra como elefante en cacharrería con sus declaraciones. En esta ocasión, la campaña electoral catalana coincide con la celebración de la 70º Asamblea General de las Naciones Unidas, evento al que acuden todos los jefes de Estado y de Gobierno así como sus titulares de Exteriores. En tan relevante escenario, el jefe de la diplomacia española asistirá a más de una veintena de encuentros con homólogos de otros países. Y si bien en esas reuniones se tratarán fundamentalmente asuntos bilaterales, Margallo podría aprovechar los ‘tête à tête’ para reforzar el mensaje de España sobre Cataluña allá donde lo considere oportuno, según fuentes de Moncloa.
En medio de esa suerte de gran feria de las relaciones internacionales, el titular de Exteriores trabajará los apoyos de los líderes igual que se hizo con Merkel y Cameron, cuyas declaraciones cerrando el paso a la permanencia de una Cataluña independiente en la UE han supuesto indudablemente un gran éxito de la diplomacia española. En esta labor contará además con el gran activo que supone la condición de miembro del Consejo de Seguridad, la más alta instancia de las Naciones Unidas.
Pródigo en manifestaciones sobre la cuestión catalana en el ámbito doméstico, Margallo también ha sido particularmente activo a la hora de asegurarse que todas y cada una de las embajadas desarrolle una intensa actividad diplomática explicando muy bien la situación de Cataluña. Desde el mismo comienzo de los movimientos secesionistas, Margallo dio la orden de que se contrarreste cualquier actividad propagandística desplegada en el extranjero por la Generalitat y sus paniaguados.
Y los resultados han sido harto efectivos. Ningún país europeo mostrará simpatía alguna por el proceso separatista. El propio Margallo no ha dudado en llamar a capítulo a embajadores como los de Lituania y Letonia, cuyos líderes tuvieron que desdecirse de cualquier respaldo a la independencia de Cataluña al poco de haber hecho declaraciones favorables al derecho de autodeterminación, un derecho que por cierto la ONU sólo acepta para los pueblos coloniales.