Ni sublevación ni rebelión. La presunta conjura de los barones del Partido Popular, calentada a lo largo de una semana, se zanjó con una contundente frase de Mariano Rajoy -"no cambio ningún cromo"- y el anuncio de que la revisión del modelo de financiación autonómica se abordará el próximo año, cuando haya algo que repartir.
El Comité Ejecutivo del PP que algunos anunciaban como el de la contestación contra la estrategia de Moncloa por supuesto trato preferente a Cataluña derivó en una pugna soterrada entre los algunos barones, disputando sobre una financiación autonómica que no da para más. El preludio fue la publicación por parte de Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, de un cuidado artículo en El País sobre agravios comparativos de los recursos que aporta y que recibe esta autonomía en relación con Cataluña. En él se reclamaba un cambio del actual modelo, pactado por Zapatero con los nacionalistas, antes de tres meses. Su posición es compartida, en forma más o menos explícita, por Galicia y Baleares.
Revisión para todos
El presidente del PP calmó las inquietudes de sus presidentes autonómicos en especial frente al denominado "plan Camacho" y a los posibles guiños a Cataluña para atemperar las reivindicaciones de Artur Mas. "La revisión del sistema no se hará para favorecer a nadie. Se hará para todos, con todos", señaló Rajoy y remató: "No tengo ningún pacto, ni extraño ni no extraño, ni cambio ningún cromo". Quedaba así zanjada la polémica sobre posibles acuerdos con la Generalitat, ampliados y potenciados por la errada estrategia de comunicación de Alicia Sánchez-Camacho, que hace una semana reclamó poner límites a la solidaridad entre comunidades.
No están los tiempos para revisar la financiación y hay que esperar hasta que mejore la economía, insistió Cospedal
María Dolores de Cospedal, en la rueda de prensa tras el cónclave, insistió en que la postura del PP catalán no es de discriminación hacia el resto de España, subrayó que "lo que haya de hacerse se hablará dentro del PP" y reivindicó la transparencia en este enrevesado asunto. Pero lo más diáfano del mensaje, tanto de la secretaria general como del presidente del PP es que no están los tiempos para revisar la financiación y que hay que esperar hasta que mejore la economía. Repartir la miseria no es una sana línea de acción de gobierno. En esto no hay urgencias ni fecha de caducidad, pese a que formalmente el actual sistema vence a finales de año, como recordó al llegar a la sede de Génova el presidente madrileño quien, a su salida, se mostró satisfecho por el curso de la reunión.
Pasajes "calientes"
Pidieron la plabra los presidentes de Extremadura, Aragón, Madrid, Rioja, Baleares, Murcia y, desde luego, Cataluña, para aclarar las dudas sobre la financiación especial o preferente de la comunidad catalana. Tono de respeto pero con algunos pasajes "calientes", según confesó uno de los asistentes. Y diferentes posturas, algunas enfrentadas, ante ciertas propuestas. La publicación de las balanzas fiscales, por ejemplo, anunciadas para fin de año, despertaron el rechazo de Extremadura y Castilla y León, que temen verse perjudicadas si se recurre a este procedimiento a la hora de elaborar la nueva financiación. La reforma fiscal, para marzo, se admitió como lógica ya que es exigencia de Bruselas.
"Igualdad de trato en el reparto de los bienes públicos entre todos los españoles", concluyó Cospedal
Pero en el aire quedaron un cúmulo de reproches internos y de planteamientos encontrados entre los diferentes barones autonómicos, según el segmento de la tarta que les corresponda en el futuro reparto. Las posturas se mantienen muy firmes y la polémica se adivina enquistada. La supuesta rebelión contra Moncloa derivó finalmente en mal disimulada trifulca entre algunos barones. La "tormenta Camacho" pasó así a mejor vida. Ahora toca centrarse en gestionar de la mejor manera posible los escasos recursos de que cada comunidad dispone. Y plantear el futuro de forma solidaria y sin atajos. "Igualdad de trato en el reparto de los bienes públicos entre todos los españoles", vino a ser la conclusión de Cospedal.