Política

Cuatro semanas después de la riada sigue la indignación ciudadana con las Administraciones por la lenta reconstrucción

Los gritos contra las autoridades políticas en la 'zona cero' no amainan. El reloj sigue detenido en el 29 de octubre para muchas de las poblaciones arrasadas

  • Decenas de personas durante una concentración, frente al Ayuntamiento -

La incredulidad de los vecinos de los más de 70 municipios afectados por la triple riada del 29 de octubre dio paso en los días posteriores a la indignación y la rabia por el abandono casi total al que se vieron sometidos durante días ante la parálisis de las Administraciones públicas.

Ese estado emocional de quien lo ha perdido todo y se ha visto desprotegido por el Estado no ha variado mucho cuatro semanas después de la letal DANA que asoló la provincia de Valencia.

La localidad de Paiporta fue la primera en la que esa explosión ciudadana se descontroló y provocó la escapada de Pedro Sánchez del lugar y los gritos contra los Reyes de España y Carlos Mazón que aguantaron el chaparrón durante media hora.

Presencia de autoridades

Esa desesperación no se ha visto amainada por los cambios en el Gobierno valenciano realizados por el presidente autonómico Carlos Mazón (incluido el de Nuria Montes que envió un mensaje carente de empatía a los familiares de las víctimas). Y es que la vida se detuvo el 29 de octubre y ese reloj no ha vuelto a ponerse en marcha para muchas poblaciones afectadas por la DANA.

La presencia de autoridades en los municipios que sufren las peores consecuencias de la riada, a día de hoy, sigue sin ser bienvenida. Le pasó a la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé, que se desplazó a Massanassa el pasado domingo donde un operario falleció al ceder una estructura del colegio en el que colaboraba en las tareas de limpieza.

Gritos de "asesinos" o "hijos de..." se escuchaban mientras la delegada daba cuenta del fatal desenlace con la vicepresidenta del Gobierno valenciano, Susana Camarero, situada a escasos metros. También los medios de comunicación se llevaron su recado y a quienes los vecinos les gritaban que no fueran a sus localidades más que a grabar: "esto no es un parque temático", gritaban.

La riña de Robles

A esa furia ciudadana tampoco han ayudado capítulos como el de la ministra de Defensa, Margarita Robles, que abroncó a unos vecinos que le pedían que se limpiaran los garajes de lodo. Con tono elevado ante quien lo ha perdido casi todo le echaba la culpa de la situación a la Administración autonómica.

Esa pugna entre el Gobierno de España y la Generalitat para ver quién tiene más culpa en la gestión previa y posterior de la DANA está generando un caldo de cultivo de enfado con los políticos entre los vecinos afectados que va a ser difícil luego de subsanar. El propio ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska decía el pasado lunes que "exigía" a la Generalitat y a la Diputación que procedieran a la limpieza de los garajes, mientras que el Gobierno valenciano le pedía "colaboración en la retirada de lodos".

Falta de recursos

La realidad es que la falta de efectivos y de medios técnicos es clamorosa y para ello no hace falta nada más que pasear por los pueblos a los que la riada pasó por encima y ver cómo siguen siendo los ciudadanos los que tienen que ayudar a sus vecinos ante la inexplicable escasa presencia de medios del Ejército.

Y es que 8.000 soldados para ayudar a reconstruir 78 municipios a lo largo de 450.000 hectáreas –siete veces más grande que la ciudad de Madrid– son una insignificancia. Nadie en las zonas devastadas entiende que no se hayan movilizado todos los recursos humanos y técnicos disponibles porque la lenta reconstrucción se puede prolongar durante años.

Lo único que avanza a buen ritmo es la reconstrucción de las infraestructuras que ayudan a mejorar la movilidad tales como el AVE, trenes de Cercanías, el Metro de la ciudad de Valencia y puentes derribados por la riada.

Ese primer paso de vuelta a la normalidad dentro de las localidades afectadas ni se nota por la carencia de cuestiones básicas (aún hay zonas sin electricidad, gas y donde las aguas fecales suben por las cañerías obstruidas hacia las viviendas).

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