El Ejecutivo de Pedro Sánchez afronta la tercera semana de crisis del coronavirus con nuevas divisiones. Las tensiones atañen a la posibilidad de endurecer la contención, después de haberse registrado enfrentamientos sobre el paquete de medidas económicas. Podemos, que tiene un peso relativo en la cabina de mando, ha manifestado su apuesta por seguir la "vía italiana" y avanzar hacía el "parón total" lo antes posible. Ministros socialistas han expresado su preferencia hacia esta opción, desvelan fuentes gubernamentales a Vozpópuli. Pero la vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, y otros ministros de peso del Ejecutivo están en contra.
Entre los socialistas que han abierto la puerta a endurecer las medidas de contención se encuentra José Luis Escrivá, ministro de Seguridad Social. Su posición ha creado cierta tensión interna, porque Escrivá entró a formar parte del Ejecutivo como técnico del área socialista y se está creando un perfil propio que no agrada a todos en el Gobierno. “Va por libre”, se quejan. Aún más ahora que Carmen Calvo ha sido hospitalizada con síntomas de Covid-19 y con ella Sánchez pierde una pieza fundamental para frenar a Iglesias.
Nadia Calviño y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, otra vez alineadas, y con ellas el ministro de Sanidad, Salvador Illa, se oponen a aplicar más medidas restrictivas. Durante su última intervención, Calvo lanzó más de un dardo a los que opinan lo contrario. “Estamos en situación de contención muy estricta y que pone como prioridad absoluta la integridad y salud de los ciudadanos y trabajadores”, ha afirmado, para luego diferenciar entre la “realidad” y la propaganda de planteamiento que no se pueden cumplir.
Renta mínima y alquileres
¿Discurso cerrado? Todo lo contrario. Porque Podemos insiste en que el Gobierno debe dar una señal fuerte ante una guerra de relato que consideran que está ganando la derecha. Y fuentes del partido morado aseguran a Vozpópuli que el ministro socialista "está bastante de acuerdo con Pablo en muchas cosas". Por ello, Iglesias deja saber que quiere presionar al Gobierno para que se apruebe una renta mínima para personas sin ingresos y la moratoria de alquileres.
El partido morado, muy hábil en medir el ánimo del electorado en las redes sociales, detecta un flujo preocupante de críticas al Gobierno. La cacerolada del pasado sábado contra Iglesias tampoco gustó, y su temor es que esta crisis acabe con una economía arruinada y el reproche de los ciudadanos hacia el Ejecutivo por haber tomado medidas mal y tarde, en un esquema parecido a lo que ocurrió en 2008.
El propio Iglesias, como desveló este diario, dirigió varios ataques a Calviño acusándola de escuchar más la voz de los empresarios que la de los trabajadores. Y ahora el problema es que en el ámbito sindical va in crescendo el deseo a un parón general de país. Lo mismo ocurrió en Italia, donde las centrales sindicales protestaron empujadas por sus afiliados preocupados por contagiarse durante el trabajo y transmitir la enfermedad a sus familias. UGT y CCOO de momento están alineadas con el Ejecutivo, pero fuentes sindicales aseguran que existen presiones muy fuertes para seguir el modelo italiano.
Aplicar "medidas que se pueden cumplir"
Desde el punto de vista técnico, tanto Illa como Calviño defienden que es mejor aplicar “medidas que se pueden cumplir” y que “España no se pare”. Estas frases suenan a dardo contra Iglesias y su planteamiento de una renta mínima, aunque no se excluye que el Ejecutivo pacte ayudas para los alquileres a empresas y autónomos.
Fuentes socialistas sostienen que el nivel de confrontación en el Ejecutivo es "muy elevado". En Ferraz y también en La Moncloa va cuajando el temor a que, después de la crisis sanitaria, el país vaya hacia unas elecciones adelantadas. Por ello, Podemos, aún defendiendo más restricciones como adelantó El Español, dice en conversación con Vozpópuli que se mantendrán "leales" al Ejecutivo.
Miembros del partido morado inciden en que lo mejor es adelantarse y frenar la escalada de contagios "cuanto antes". Pero su prioridad se ubica en el "relato". O sea, en que se visibilice su trabajo de presión en un Ejecutivo donde han perdido peso. Saben que puede tensar la cuerda, pero no demasiado: "No cerrar filas con Sánchez en la situación de emergencia sería peligroso", reflexionan miembros del partido.
La ministra de Economía y vicepresidenta tercera, mientras tanto, gana enteros. Es ella quien lidera las conversaciones con la Unión Europea y quien está manteniendo el timón firme en un momento crítico para el país. "Sánchez está sobrepasado y desbordado", concuerdan varias fuentes gubernamentales, y Calviño ya se la conoce con el apodo de "superministra". "Es importante que no hablemos solo de anuncios sino de medidas que los ciudadanos esperan de nosotros", zanjó el lunes.