La venganza vende mucho, pero nunca es elegante. Todo lo contrario, la elegancia reside en la indiferencia. Un divorcio o una separación siempre producen tentadores pensamientos de venganza al que ha sido abandonado, aunque la mayoría son pasajeros y se esfuman con una buena copa de vino. Sentarse a meditar una venganza, tomarse la molestia de escribir un libro -con lo que eso cuesta- y pregronar a los cuatro vientos todo lo que antes tenía la etiqueta de “íntimo” obedece a algo más que a un deseo de venganza. Eso es lo que ha hecho Valérie Trierweiler, hasta hace poco primera dama de Francia, con su libro ‘Gracias por este momento’, aunque al título le falte el colofón de “Presidente”.