Internacional

Javier Milei, el 'loco' de las Fuerzas del Cielo que devolvió la cordura a la economía argentina

El primer año catapulta al visceral presidente argentino como el líder más implacable en el orden económico que se recuerde

  • El presidente argentino, Javier Milei. -

Quien tiene un porqué, siempre encuentra el cómo. Lo que planteaba Viktor Frankl en El hombre en busca del sentido, Javier Milei no solo lo tiene sino que sabe contagiarlo. Que la pobreza de Argentina alcanzara el mayor nivel en dos décadas en el primer semestre no ha impedido que el presidente haya cerrado su primer año de mandato con el mayor nivel de imagen positiva en Sudamérica. Al fin y al cabo, no hay mayor riqueza para un argentino que haber encontrado un bien tan escaso como un político que diga y parezca actuar en virtud de la verdad, por muy duro que sea el trance de encajarla.

Con matices, claro, pero más bien fuera de la economía, donde Milei empieza a exhibir con el orgullo de los resultados la mística mesiánica de un avance tan imparable como incontestable hacia una tierra prometida. Ni siquiera la eterna inflación argentina pudo frenar al León libertario, que ha alcanzado un lugar de referencia en la agenda internacional a la par del político (Donald Trump) y el empresario (Elon Musk) más poderosos del mundo. 

"La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario", repetía como verdad revelada el candidato Javier Milei en campaña electoral, apuntando a la impresión de billetes como el pan para hoy y el hambre para mañana eternos en la Argentina. Lo hacía parafraseando a Milton Friedman, al que reivindica ante cuanto interlocutor se encuentra en sus viajes, como el que hará en enero a Washington para honrar una selecta invitación a la toma de posesión del nuevo presidente de los Estados Unidos.

Por lo pronto, la política del primer líder economista de la historia argentina ha reducido la tasa inflacionaria mensual de un 25% a un 2% en apenas un año, uno de los indicadores que ha empezado a reactivar el interés de los gigantes globales de la inversión. Las frías cifras de los bancos de Wall Street y organismos internacionales de toda índole e ideología han empezado a constatar el inicio del fin de la enfermedad sistémica rioplatense, ese cáncer hasta hace no mucho calificado de terminal que llegó a privar a uno de los países más grandes y ricos del planeta y una auténtica potencia mundial bajo el liberalismo de principios del XX de la mera conciencia de existir. Porque con la inflación ulterior a 80 años de cultura peronista, ya nada valía ni nada tenía sentido.

Pero la sociedad argentina parece haber empezado a recuperar la conciencia de la historia, del valor de la libertad y de la cultura del trabajo. Ha hecho falta que llegara un hombre extravagante y para algunos vulgar aunque sin duda auténtico con sus hijitos de cuatro patas que llamara la atención de propios y extraños por sus formas, pero con un mensaje claro y consistente, a prueba de cualquier circunstancia.

"La victoria en la batalla no depende de la cantidad de soldados, sino de las fuerzas que vienen del cielo", avisaba el candidato Milei citando a los Macabeos. Su sola imagen con una motosierra en campaña fue vista por algunos como un síntoma más de su profética locura de rockstar, pero como el ya presidente tiene claro, la diferencia entre un loco y un genio solo es una: el éxito. Cuando una lógica lleva al resultado buscado, las formas acaban siendo secundarias.

La ilusión de una Argentina ordenada por el mérito

Mientras tanto, el precio a pagar está siendo alto, pero los argentinos, en su vasta mayoría, parecen estar aceptándolo con la esperanza de seguir, por fin, un camino con una meta, que es la de poder volver a vivir en una sociedad en la que la dignidad del talento y los esfuerzos imperen sobre cualquier casta o acomodo. Una revolución que no parece ya ser solo coyuntural sino permanente puertas adentro del país y que empieza a reflejarse en las calculadoras financieras de todo el planeta.

La prima de riesgo de Argentina, ese emblemático indicador del miedo internacional al fracaso de un Estado a cuya baja está en estos momentos supeditada la llegada de grandes volúmenes de capital extranjero, se ha hundido ya un 70%. El implacable ajuste del León, con casi 700 desregulaciones, el cierre de 13 ministerios y el cese de más de 30.000 funcionarios, ha logrado inyectar el mayor shock de confianza inversora –que todavía no del todo material- en el país del que se tengan registros. Para el 2025, la promesa pasa por ir a más: eliminar el 90% de los impuestos y avanzar en el fin del cepo cambiario, así como en la concreción de privatizaciones, tal y como anticipó en su estreno.

Si todo sigue su curso en la Economía, el país debería empezar a ver la luz verde desde este otoño (primavera en España), justo antes de las elecciones legislativas de octubre, en las que el presidente se juega la legitimidad y la capacidad para dar el vuelco definitivo al país

En cualquier caso, las Fuerzas del Cielo no pueden estar solo de paso en Argentina, insisten allegados al presidente del ala más liberal. Milei será más genio que loco en tanto y en cuanto se mantenga fiel a lo prometido en su as de espadas que es la economía hasta cosechar los resultados, vestido con el manto de auténtica transparencia que muchos siguen viendo en él. En esencia, que la hoja de ruta económica, la suya y de ningún otro de su entorno, sea la que marque la pauta, y que, a ser posible, su canto al liberalismo, la meritocracia y la sinceridad con el prójimo acaben impregnando todos los poderes del Estado sin arbitrariedad, caiga quien tenga que caer. Y en ello, serán el tiempo y la Justicia –en especial, su propia forma de abordarla ante el inminente reto de renovar la Corte Suprema del Poder Judicial- las que dicten sentencia. 

Si todo sigue el curso de la hoja de ruta planteada en la Economía, el país debería empezar a ver la luz verde desde este otoño (primavera en España), justo antes de las elecciones legislativas de octubre, en las que el presidente se juega la legitimidad y la capacidad para dar el vuelco definitivo al país. "En 20 años seremos como Alemania, y en 35, como Estados Unidos", promete Milei, siguiendo, con lógica aristotélica, sus cálculos económicos. Que no le distraigan otros.

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