Las comparaciones son odiosas y los encantos de Sylt son únicos. De apenas 100 kilómetros cuadrados, la isla tiene prácticamente la mitad de su espacio dedicado a la conservación y la protección del entorno medioambiental. Las dunas y las kilométricas playas de su alargada superficie han atraído a turistas e interesados en las bondades del clima costero desde antes de que viera la luz en 1871 la alemana unificada.
La temperatura media anual es de 8,5º grados centígrados en Sylt. De ahí que el concepto playero del norte germano difiera del que se puede tener en las latitudes meridionales europeas. Evidentemente, en los meses de verano, entre junio y agosto, hay más horas de luz solar, hace más calor (poco más de 15ºC) y abundan los visitantes. Pero un viaje allí merece la pena en cualquier fecha. Al año, pasan por Sylt 850.000 turistas. Una decena de localidades está preparada para acoger al visitante, que siempre tendrá la opción de evitar los elevados precios cambiando de país para pasar la noche. Porque resulta más económica la casi colindante isla danesa de Rømø, al norte de Sylt.
Entre las atracciones de ocio y disfrute que ofrece la isla alemana, cabe destacar que tres restaurantes, La Mer, el Fährhaus y el Söl'ring Hof, brillan con dos estrellas de la prestigiosa Guía Michelin. No obstante, las playas siempre van a tener más público que esos establecimientos. En las frías aguas del Mar del Norte, el viento optimiza la práctica del surf, windsurf, o kite-surfing. Hay tradición en el archipiélago de las islas Frisias de hacer este tipo de deportes, pero es en Sylt donde se dice que los primeros surferos germanos comenzaron a cabalgar olas. También se puede estar más tranquilo jugando al golf en Sylt, o adoptar una postura más contemplativa en los característicos bancos de mimbre que parecen estar sembrados por millares es en las mejores playas.
Ni rascacielos ni adosados
No está marcado el litoral de Sylt por rascacielos ni adosados en masa. Al contrario, se ha respetado la tradición urbanística y de ahí que incluso las grandes firmas de productos de lujo, como Louis Vuitton, se hayan adaptado al lugar abriendo sus negocios en casas o palacetes. Al este de la isla, pueblos como Munkmarsch o Archsum ofrecen ejemplos típicos de cómo son las casas de las Islas Frisias, características por sus tejados de paja. La particular belleza de los humedales en esta parte de Sylt explica por qué cuanto la envuelve forma parte del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
El puerto de List, en el norte, constituye en el punto más septentrional de Alemania, y desde allí se puede embarcar en ferry con destino a Dinamarca. La parte parte central de Sylt es la que aglutina la mayor actividad económica. Allí se encuentra Westerland, la ciudad más importante, con unos 10.000 habitantes. A escasos kilómetros al norte de Westerland se sitúa Kampen, el lugar más exclusivo de Sylt y retiro habitual de los más pudientes de Alemania.
“Cualquiera que sea alguien” en Alemania “se va a las playas del Mar del Norte de Sylt en verano”, ha señalado el semanario Der Spiegel. Debido a que allí suelen reunirse las personalidades más adineradas de la sociedad alemana también se llama a Sylt “la isla de los ricos”. Algo de cierto hay en ello: para comprar un apartamento de dos habitaciones y 50 metros cuadrados se necesita medio millón de euros. Precios así explican por qué Sylt acoge eventos típicamente del gusto de las élites, como el ya clásico torneo estival de polo, el Julius Baer Beach Polo World Cup Sylt.
Visitantes famosos
En su día, residieron en Kampen nada menos que Thomas Mann, Premio Nobel de Literatura en 1929, y Hans Fallada, otro referente de la literatura germana y probablemente quien mejor haya dado cuenta de la fútil resistencia frente a los nazis de algunos ciudadanos aislados alemanes en Solo en Berlín (1947). “Sin contar Fráncfort, se han firmado más contratos literarios en este rincón del norte de Alemania que en cualquier otro sitio”, ha señalado aludiendo a Sylt el columnista del diario liberal Tagesspiegel Roger Boyes. Otros artistas ilustres, como los pintores Max Liebermann (1847-1935) o Emil Nolde (1867-1956) también residieron en Sylt, al igual que otra personalidad de carácter infinitamente menos humanista, Hermann Göring (1893-1946), uno de los fieles de Adolf Hitler que más cargos ministeriales amasó en la Alemania nazi.
En la actualidad, la isla sigue siendo un lugar de encuentro para los más influyentes. Por ejemplo, en Sylt tiene una residencia la familia de Axel Springer (1912-1985), quien hizo fortuna en la industria editorial y en el mundo de la prensa escrita gracias al diario populista Bild. Otros personajes germanos conocidos que se dejan ver por Sylt son el entrenador del Borussia Dortmund, Jürgen Klopp, o el mismísimo presidente del Bayern Múnich, Karl Heinz Rummenigge.
También es habitual de Sylt el periodista y productor Günther Jauch, cuyo equivalente en España bien pudiera ser Carlos Sobera, pues ambos saltaron al estrellato presentando la versión de su país de ¿Quién quiere ser millonario? En temporada alta, los millonarios no deben faltar en Sylt. Pero, en realidad, esto poco importa en una la isla donde las dunas, la arena, el mar y las puestas de sol no tienen precio.