El pasado 16 de julio la Eurocámara eligió, por un estrecho margen, a la alemana Ursula Von der Leyen como nueva presidenta de la Comisión Europea. Tomará posesión el próximo 1 de noviembre, un día después que Gran Bretaña abandone la Unión Europea, así como su predecesor, el tambaleante Juncker, cerrando una etapa gris dentro de la Unión Europea, caracterizada por la desunión, el descontrol, la burocracia y la inacción, con el Brexit como colofón.
Atrás quedará mi viejo amigo Moscovici, que será sustituido por Gentiloni, antiguo primer ministro italiano, no muy ducho en temas económicos, que junto a Von der Leyen tendrán que lidiar con dos de los problemas más importantes de la Unión Europea; nos referimos a las economías italiana y española.
El martes 15, con toda España pendiente de la sentencia del procés, Pedro Sánchez y Nadia Calviño enviaron a Bruselas el Plan Presupuestario 2020, tal y como establece el Plan de Estabilidad. A la capital comunitaria llegó un paquete, pero hasta ahora nadie lo ha abierto. Con Moscovici haciendo las maletas, el sobre está encima de la mesa del despacho del nuevo inquilino cogiendo polvo hasta que alguien lo abra y le explote en la cara su contenido lleno de falsedades y manipulaciones que en nada tiene que ver con la imagen fiel de la economía española. Para no aburrir a los lectores, nos vamos a centrar en los cuatro apartados más importantes.
Datos imposibles
El Gobierno prevé un crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del 2,1% en 2019 y del 1,8% en 2020. Sobre el dato de 2020 no me voy a referir porque es ciencia ficción. Sin embargo, sí es relevante que el Gobierno prevea terminar 2019 con un crecimiento del 2,1%, ya que es metafísicamente imposible.
En el primer trimestre del año, crecimos el 0,7%. En el segundo trimestre crecimos el 0,5%, pero el INE revisó recientemente el dato y lo redujo al 0,4%. Esto, en términos reales, quiere decir que en junio España estaba creciendo al 1,6% anual (no se puede conducir mirando el retrovisor).
En el tercer trimestre, los indicadores económicos más importantes, como son el consumo de energía, la matriculación de vehículos, el índice de confianza, la producción industrial, los PMI, etc., todos ellos altamente correlacionados con el PIB, se han hundido. Si aplicamos la correlación al PIB podemos adelantar que el crecimiento del tercer trimestre no será mayor del 0,3%, lo que en términos anuales supone un crecimiento del 1,2%.
El engaño a Bruselas ya se fraguó hace un año, cuando Sánchez prometió que los ingresos tributarios en 2019 crecerían un 9,5% respecto a 2018
¿Y qué va a ocurrir en el cuarto trimestre? Pues que seguiremos la tendencia bajista y el crecimiento se situará en el 0,2%, es decir, el 0,8% anual. En resumen, si hacemos la media de los cuatro trimestres, el crecimiento anual no será mayor del 1,5%, y en ningún caso llegará al 2,1% que el Gobierno ha enviado a Bruselas. Repito, en economía, debemos conducir sin mirar al retrovisor.
El Gobierno alardea en el informe de estar reduciendo el déficit público, estableciendo que en 2019 terminará en el 2% del PIB, cumpliendo el compromiso con Bruselas. Sin embargo, la realidad es bien distinta. Según publica el Banco de España, el déficit acumulado del Estado en el primer semestre ya era de 26.272 millones de euros, es decir, el 2,1% del PIB. Por lo tanto, si la economía está cayendo, y por ende, los ingresos, el déficit de 2019 cerrará más cerca del 4% que del 2% que afirma Sánchez.
El engaño a Bruselas ya se fraguó hace un año, cuando Sánchez prometió que los ingresos tributarios en 2019 crecerían un 9,5% respecto a 2018. La realidad es que, según los datos de la Agencia Tributaria hasta agosto, están creciendo el 2,2%. Aquí está el verdadero agujero que hará que el déficit se haga insostenible y Bruselas tenga que aplicar a España nuevamente el protocolo de déficit excesivo, con los correspondientes recortes y sanciones.
Perspectivas de la deuda
En la página 18 del informe, Sánchez y Calviño afirman sin despeinarse que el Gobierno está reduciendo la deuda pública, y que en 2019 cerrará con el 95,9% del PIB (según el procedimiento de déficit excesivo PDE).
Esta nueva falacia también está en total contraposición con los datos oficiales del Banco de España. Desde que Sánchez llegó al poder, la deuda pública PDE ha aumentado en 35.000 millones de euros, y la deuda pública real en 126.000 millones de euros, situándose en el 98 y el 145% del PIB respectivamente.
Revalorización de pensiones
El Gobierno informa a Bruselas que tiene intención de actualizar las pensiones según su previsión de cierre del IPC para 2019, que, según Sánchez, será del 0,9%. La cara de asombro será mayúscula ante tal afirmación, ya que el IPC de octubre está en el 0,1% y en caída libre. Es decir, que es muy probable que en 2019 terminemos con deflación, lo cual es una malísima noticia para los españoles, y no digamos ya para los pensionistas. ¿Qué revalorización es esa?
Sánchez y Calviño, en lugar de incluir en el informe un plan de sostenibilidad de las pensiones que garantice su cobro y revalorización respecto a la carestía real de vida (el IPC no es un índice fiable), utilizan cifras de ciencia ficción para engañar a Bruselas y como señuelo a lo pensionistas que, nuevamente, verán cómo se empobrecen.
Cuando abran en Bruselas el paquete, es posible que Sánchez ya haya salvado la cita electoral. Para colmo, la Airef, que se supone que debe velar por el interés de los ciudadanos, actúa de coartada avalando las cifras del Gobierno. Pero lo que resulta más incomprensible es que la oposición y sus equipos económicos parecen estar de vacaciones ante tal despropósito, cuando deberían estar denunciando en la opinión pública tanta falsedad junta ante una cita con las urnas tan importante.
Mientras tanto, el grupo de profesores y economistas formado por Juan Laborda, Juan Carlos Barba, Roberto Centeno y un servidor enviaremos en los próximos días una carta a la nueva presidenta de la Comisión Europea para que tenga fe de estos hechos, confiando en que pueda ayudar a que un día tengamos un Gobierno en España que realmente se tome en serio la realización de los presupuestos y más aún, de su cumplimiento.