Hace pocas semanas las principales entidades financieras españolas nos han presentado los resultados de 2021 con grandes incrementos, aunque con apreciables dosis de “marketing”. Creo que los bancos han presumido quizás demasiado de unas cuentas aún cogidas con alfileres, pero también que el sector ha hecho importantes esfuerzos de gestión y además enfila un horizonte claro de mejora.
Las seis entidades cotizadas en Bolsa han ofrecido un beneficio agregado de 20.979 millones. Ellas mismas nos dicen que ese importe contable incluye resultados extraordinarios, reversión de provisiones y abonos contables relacionados con fondos de comercio. Y, descontando alguno de esos efectos, calculan un beneficio ordinario que suma 17.251 millones.
Suena mucho, pero ¿lo es? Hay que poner la cifra en relación con el capital gestionado, es decir, calcular el ROE (porcentaje sobre los fondos propios), que arroja algo más del 7%, inferior al coste de capital para este tipo de inversiones (8%-10%). Esta es la razón de que, al no ser capaces de obtener ni siquiera esa exigencia de los inversores coticen por debajo de su valor contable, salvo Bankinter (las entidades publicitan el ROTE, que está inflado sobre todo en Santander y BBVA por las pérdidas cambiarias de sus inversiones en el exterior cargadas contra Patrimonio).
Lo que las entidades llaman el margen bruto, es decir los ingresos, sólo ha aumentado el 2% en la suma de los seis bancos sobre el obtenido en un ejercicio tan desfavorable como 2020
Un año más, la banca española, fundamentalmente comercial, ha tenido enormes dificultades en un entorno de tipos de interés por los suelos o en negativo. Lo que las entidades llaman el margen bruto, es decir los ingresos, sólo ha aumentado el 2% en la suma de los seis bancos sobre el obtenido en un ejercicio tan desfavorable como 2020. Y la mejor evolución se basa en la parte baja de la cascada de resultados: mediante el ahorro de gastos tras los importantes ajustes efectuados en el número de oficinas y las plantillas de personal; y con la disminución de provisiones y los extraordinarios antes comentados.
La lectura del vaso medio vacío nos diría que hay bastante ingeniería contable y que, incluso a pesar de ello, la rentabilidad no es muy allá. Y la lectura del vaso medio lleno sería que las entidades financieras han hecho frente de manera destacable a las dificultades del entorno y han vuelto a cifras de beneficios relativamente meritorias. Lo confirmaremos con los resultados bancarios de 2022, donde parece haber más factores positivos que desfavorables.
Problemas de diversificación
Por ejemplo, el crecimiento económico se consolidará en España. Y mayor crecimiento significa más negocio para las entidades. Ahora bien, por un lado, está el riesgo geopolítico, que podría dar al traste con todo ello. Y, por otro, los países emergentes podrían tener dificultades ante la subida de tipos en USA y lo que haga el dólar. Por ejemplo, países como Brasil o Turquía, y otros de América, donde las multinacionales bancarias españolas tienen una importante presencia. La diversificación es buena, pero a veces juega malas pasadas a corto plazo.
Los tipos de interés solo pueden ir para arriba, como hemos dicho antes. En USA, en pocas semanas. Y, aunque en la eurozona ocurra más tarde, los mercados ya están descontándolo. Y están subiendo los rendimientos de la deuda pública y también el Euribor a un año que es quizás el tipo de referencia más importante para elevar el margen de intereses del sector financiero.
La intensa reestructuración de costes afrontada por el sector recientemente, y con especial intensidad en 2021, debe rendir frutos en las cuentas contables de 2022, donde veremos reducciones de gastos de explotación, aunque parcialmente se vean compensadas por inversiones en la progresiva digitalización del negocio.
En el mercado de acciones, todos los bancos españoles suben bastante, frente a un Ibex casi plano y hay incluso tres que lo hacen por encima del 20%
Y queda la incógnita de lo que pase cuando venzan los créditos avalados por el ICO y cesen el resto de las ayudas. Más el efecto de la subida de tipos sobre la capacidad de pago de los deudores. Aunque, no obstante, las entidades dotaron bastantes provisiones, que podrían ser suficientes en la mayor parte de los bancos, salvo nuevos sucesos negativos.
El mercado de acciones parece decantarse por el pronóstico optimista y por eso ha elevado los precios de los bancos de manera muy importante desde que ha comenzado el año. Todos los bancos españoles suben bastante, frente a un Ibex casi plano y hay incluso tres que lo hacen por encima del 20%. En lo que, sin duda, ha influido también la vuelta del dividendo tras la discutible prohibición por parte del BCE que, por un lado, impidió a los bancos europeos competir en el mercado global por el favor de los inversores; y, por otro, no resultó justificada vista la favorable evolución posterior de la mora.
En definitiva, las conclusiones podrían ser que el sector bancario tocó fondo en las cuentas de 2020, que los beneficios de 2021 incorporan aún bastante “química contable”, que el BCE “se pasó algunos pueblos” en su pesimismo y en su prohibición del dividendo, que los bancos han hecho sus deberes gestionando en la escasez, provisionando y reduciendo gastos, y que el entorno para el negocio y resultados pinta mejor para 2022, aunque habrá que verlo. Y, aunque aumentase la rentabilidad, no será fácil alcanzar el nivel demandado por los inversores.