La sesión parlamentaria de este miércoles no deja duda. El Parlament se ha quedado como vertedero de residuos tóxicos al que los partidos acuden para vomitar bilis y arrojarse mierda. Eso sí, sus señorías se pasan las sesiones tuiteando. Cerrémoslo, que ahorraremos mucho dinero.
Cuando desaparece la cultura aparece el tuit
Decía Borges que los peronistas no eran buenos o malos, simplemente eran incorregibles. A saber que opinión le merecería Torra y su gente que, parafraseando al escritor argentino, son separatistas que se hacen pasar por separatistas para sacar provecho. Es la nueva clase política que suma a los vicios y defectos de sus antecesores uno nuevo, la búsqueda desesperada de notoriedad. Siguen manteniendo cosas tan poco edificantes como la corrupción, el nepotismo, las listas negras o una estulticia generalizada que causa sonrojo ajeno. Ahora poseen, además, la vanidad acéfala del surmanito que quiere tener más likes que nadie en Instagram o ser el tuitero más popular de su partido. Sin ir más lejos, a Torra le cayó el primer chaparrón debido a eso, a sus tuits.
Es ocioso mantener un debate parlamentario serio. ¡Existiendo Tuiter, para qué queremos nada más!. No es preciso armarse de argumentos e ir al hemiciclo a batirte el cobre frente a tus adversarios. Con soltar un par de jaimitadas en las redes sociales ya tienes hecha tu pacotilla, que se lo pregunten, si no, a Gabriel Rufián. En el separatismo se dedican profusamente a tuitear. Lo hacen los que están fugados, los que están encarcelados, lo que deberían invertir su tiempo en gobernar – se entiende que los otros dos tengan tiempo de sobra – y todos, al fin, incurrimos en ese sublime vicio solitario del onanismo procaz tuitero que desnuda nuestra miseria intelectual no pocas veces.
El debate de este miércoles, por denominarlo piadosamente, era un puro tuit. Sobró el noventa y nueve por ciento del tiempo empleado. Con cuatro tuits y un par de comparticiones en Facebook, sus señorías lo hubieran despachado con la misma e ínfima calidad. No es preciso reunir a toda una cámara de diputados, diputadas, miembros, miembras, portavoces y portavozas para escuchar a Eduard Pujol, nuestro entrañable hombre del patinete – recuerden, lo persiguen agentes del CNI en patinete por la calle según cuenta – insultar a Ciudadanos, amenazar arrogantemente a su líder, Inés Arrimadas, negarles el peso en votos y escaños que tienen en el parlamento y, de paso, insultar la inteligencia de cualquier persona que lo escuche y tenga un mínimo coeficiente intelectual. Con un tuit del prócer separatista que dijera “Ciutadans, caca” lo tendríamos solucionado.
Tampoco parece muy razonable que el President Torra vaya al Parlament como quién se sienta en el bar del Ateneu Barcelonés a ver pasar la mañana. En el patio de dicha entidad, controladísima por el separatismo cultural, el peor, porque enmascara la falacia supremacista entre libros y cultura, podría estar perfectamente el President tomándose un café con leche y diciendo alguna cosa por Skype, por Tuiter, por whats, o similar. Bien pensado, la última opción es la mejor. Un grupo de WhatsApp para que sus señorías debatan con emoticonos – no hay que cansarse en exceso - si retirar o no los lacitos amarillos del hemiciclo es de ley – no bromeo, se va a crear una comisión parlamentaria a tal fin – y allá películas. Ustedes creerán que exagero, pero la tendencia a ser cada día más banales, más incultos, más ineficaces nos lleva por esta vía. Sin remedio.
Lo mejor sería sustituir al parlament por un canal en Youtube
En la línea de ahorrarnos esas sesiones que no sirven más que para que los políticos hagan teatro del malo, para que el separatismo se comporte como el encargado del tren de la bruja y la oposición ponga cara de susto cuando ve como se acercan con la escoba, lo mejor sería Youtube. Allí Miquel Iceta podría grabar tutoriales de baile con no poco éxito. Quizás en una TVE socialista podamos verlo desempeñando sus aptitudes en ese terreno en una edición especial de “Bailando con las estrellas”.
Con un canal para quien lo deseara se podría medir a la perfección por el número de suscriptores quien tiene más aceptación o en quien confían los patrocinadores. No tendríamos que soportar el desfasado, plúmbeo y ponzoñoso discurso de las CUP, con ese aire de Pitagorín que deviene irritante por el fondo y por la forma. Nuestras cansadas personas se ahorrarían ese discurso doble, triple, múltiple del separatismo, que aquí se muestra en su más descarnada cara radical mientras que delante de la justicia se cubre con varias pieles de cordero.
En serio, si como resumen de una sesión parlamentaria que debería recuperar, como mínimo, medio año perdido en divagaciones intencionadas acerca de quien ha de ser el candidato, lo único que se saca en limpio es la comisioncita de los lacitos, la bronca de Eduard Pujol a Arrimadas y el machacón discurso de diálogo pero haciendo lo que yo te diga, es mucho mejor lo que proponemos. No es frivolidad ni menospreciar el parlamentarismo, simplemente se trata de sustituir un órgano que está muerto hace años. La cámara catalana se reunía en tiempos de Jordi Pujol para aplaudir a la búlgara lo que decía el gran timonel, abuchear a algún suicida que intentaba oponerse y permitir que un grupo de personas con un estómago tan insaciable como agradecido pudiesen vivir fenomenalmente.
Nada cambió ni con el Tripartito ni con Mas o Puigdemont. Lo máximo que puede consignarse en la tristísima historia de esa cámara es legislar algunas fruslerías que antes solucionaban los gobernadores civiles, las diputaciones o los ayuntamientos.
Cerremos esa cámara y démosle una digna sepultura, porque nunca sirvió para otra cosa que legitimar lo que ha sido una dictadura disfrazada de democracia, como bien advirtió el President Tarradellas que pasaría con el pujolismo. Cerrémosla, porque ni aporta soluciones políticas ni da lustre a nuestra tierra ni destaca por su nivel intelectual. Cerrémosla, porque sigue siendo un medio de propaganda para el separatismo y para eso ya están TV3 o a Catalunya Ràdio. No hay que pagar dos veces la misma lavativa.
Uno casi envidia la imagen de Celia Villalobos jugando al Candy Crush en el Congreso. Ojalá a los de aquí les diera por jugar a esas bobadas y dejarse de reinventar Cataluña. Por cierto, en el uso de RRSS les saca ventaja Xavier García Albiol. Mientras la señora Alamany, podemita ella, se indignaba desde el atril demandando a ver dónde se había metido el líder popular, este le mandaba un tuit con foto incluida en el que le decía “Estoy en mi despacho del Parlament, trabajando”. Zasca. Lo dicho, con Tuiter, ni parlamento ni leches.
Lo de la autonomía lo hablaremos en otra ocasión, pero me parece que una aplicación de Call of Duty para multijugadores sería lo más adecuado.