Suprimir el Ministerio de Defensa fue la primera gran idea de Sánchez en su carrera política. En coherencia, no le impresionaría que quien fuera Jemad y director del CNI, el teniente general Sanz Roldán, en una comisión de investigación parlamentaria sobre los atentados de Barcelona, replicara a una diputada nacionalista: “Señoría, míreme a la cara y dígame que pude evitar el atentado y no lo hice”. Sometido el PSOE al independentismo, nada me sorprendió que, cuando Europa es un polvorín, en el 41º Congreso socialista la seguridad de los españoles no apareciera por ninguna parte.
Sánchez aprobó y firmó la vigente Estrategia de Seguridad Nacional (ESN), pero ni la leyó. Solo así se entiende que acepte, como si nada, que Salvador Illa -otro presidente de alquiler- proclame “el Parlament de Cataluña tendrá pronto competencias en inmigración”. La ESN incluye entre los principales “riesgos y amenazas” la inmigración ilegal, una competencia nacional indelegable, pero qué más da, como diría Patxi López, si hoy en España también sobre Seguridad Nacional deciden los independentistas.
Del mismo modo, las emergencias y catástrofes como la de la Dana del 29 de octubre están contempladas en la ESN, de cuya responsabilidad nadie puede librar al presidente Sánchez. En los decisivos cuatro primeros días de la catástrofe, el Gobierno se negó al despliegue masivo del Ejército que exigían angustiadas las víctimas. Los militares españoles, desplegados con la OTAN en 2005 contra los desastres de un terremoto en Cachemira, a 15.000 kilómetros de distancia y a 3.000 metros de altitud, no podían entender que no se les movilizara inmediatamente, ahí al lado, una vez desplegada la UME.
He sido testigo del odio a las Fuerzas Armadas españolas de aquellos de los que hoy depende la continuidad de Sánchez. La UME que creamos en 2005 sería hoy imposible por rechazo seguro de los independentistas
¿Por qué no recurrieron al Ejército desde el primer minuto? Durante 8 años, entre 2004 y 2012, como ponente socialista de la sección de Defensa de los Presupuestos del Estado he sido testigo del odio a las Fuerzas Armadas españolas de aquellos de los que hoy depende la continuidad de Sánchez. La UME que creamos en 2005 sería hoy imposible por rechazo seguro de los independentistas. Para comprobarlo, sugiero a la sanchista Angels Barceló un programa especial en La ser con Otegi y Junqueras, por ejemplo, sobre qué Seguridad Nacional quieren, qué sistema de disuasión y defensa para España. ¿Admitirían militares en las catástrofes en País Vasco y Cataluña? ¡Anímese, señora Barceló!
Es una obviedad que con la coalición sanchista la inseguridad de 48 millones de españoles ha aumentado exponencialmente, pero lo llamativo es que una mayoría de medios de comunicación hayan logrado que la población lo interiorice como inevitable, y que la nación no reaccione. Quien haya leído las 171 páginas de la ponencia del Congreso de Sevilla habrá comprobado que de políticas de Seguridad y Defensa, ni rastro. Cuando hasta la neutral y “socialdemócrata” Suecia ha entrado en la OTAN y prepara ejército y población frente a una Rusia dispuesta a lanzar sus misiles intercontinentales contra toda la UE, el PSOE está a lo que digan Otegi y compañía.
Si hoy se celebrara un referéndum sobre la OTAN, solo un 12% votaría por la salida. Los españoles son partidarios del gasto militar: 71% frente a 19%. Además, el 90% tiene una muy favorable opinión del Ejército
Entre las 385 propuestas, ni una sola sobre el compromiso ineludible de aumentar el gasto en defensa en 10.000 millones de euros anuales, nada menos. Se lo exige la Alianza Atlántica a España, la última en esfuerzo presupuestario, cuando, si en 2018 solo 6 países cumplían con la obligación del 2% del PIB, hoy ya son 23. Impiden cumplirlo independentistas y ministros anti-otan. Lo que sí puede leerse en las resoluciones estrambóticas del Congreso es cómo Pedro habría elevado el prestigio internacional de España a “niveles sin precedentes”. Él salvará a “la humanidad” del fascismo, proclamó en Sevilla.
Lo cierto es que, sobre Seguridad Nacional, Sánchez va por un lado y los españoles por otro. Si los socios parlamentarios del PSOE son contrarios al sistema de defensa colectivo de la Alianza Atlántica, los estudios de opinión sitúan a los españoles entre los más atlantistas. Si hoy se celebrara un referéndum sobre la OTAN, solo un 12% votaría por la salida. Los españoles son partidarios del gasto militar: 71% frente a 19%. Además, el 90% tiene una muy favorable opinión del Ejército, frente a los que desprecian a los militares, como esa mequetrefe independentista que intentó ofender a Sanz Roldán, un leal soldado con excelentes servicios a los españoles. Como a la Guardia Civil y a la Policía Nacional, odian al Ejército porque odian a España, y no lo niegan.