Del confinamiento extremo, estado de alarma y encerrarse en casa a cal y canto a vivir restricción tras restricción. Las restricciones se convierten en el único plan estable que han aplicado los gobiernos para lidiar con la pandemia porque la vacunación, que ha funcionado, no depende tanto del político de turno sino de la ciencia y de la sanidad.
Se podría decir que la gestión política en la materia es mínima. Por ello, estamos en un bucle del que parecemos no salir jamás, como si fuéramos hámsteres rondando siempre en la misma rueda.
Con miles de niños confinados en todo el país, sólo en Cataluña más de 100.000, con escuelas que las pasan canutas para cubrir las vacantes por bajas causadas por ómicron, tal y como señalan algunos sindicato, cuando aparece una nueva variante –dos casos que se sepa en hospitales catalanes pese a que cuando ustedes lean esto habrá más-, cuando aún el sistema sanitario lo tenemos patas arriba –posponiendo intervenciones, sin visitas presenciales en la atención primaria- podemos confirmar, lamentablemente, que el único plan que tienen los gobiernos en Moncloa, en Cataluña, en Andalucía: el plan de la restricción y esperar que el virus remita.
Desde que arrancó este curso hasta pasada la Navidad, sólo se escuchaba decir a la ministra de Educación y a muchos consejeros del ramo, como el catalán, que las escuelas eran “seguras”
Dan igual los pasillos de hospitales colapsados, que se registre un suicidio cada dos horas en este país, que no se llegue a fin de mes, que los autónomos no puedan recibir ninguna ayuda cuando debean confinarse con sus hijos, que no haya profesores que cubran bajas, que no podamos visitar a familiares en el hospital... Sólo ha importado aplicar restricciones, ni un solo plan de actuación para reforzar el ámbito escolar y el ámbito sanitario.
Hoja en blanco. Desde que arrancó este curso hasta pasadas las vacaciones de Navidad sólo se escuchaba decir a la ministra de Educación y a muchos consejeros del ramo, como el catalán, que las escuelas eran “seguras”. Desde hace dos semanas, sin embargo, han matizado esa falsa afirmación porque las aulas se han convertido en un escenario de contagio a causa de la actual variante..
Pese a unas cifras aún de escándalo, con 36 muertes diarias de media, la cifra más alta desde hace un año, el Gobierno catalán ha decidido levantar en la madrugada del jueves al viernes las restricciones porque ya no las considera “necesarias ni están justificadas” en voz de la portavoz Patricia Plaja.
Totalmente de acuerdo con la portavoz en que tenemos que hacer equilibrios, llevamos dos años en la cuerda floja, pero también tenemos que ser francos y decir que los contagios están tan extendidos que ya de muy poco, o nada, sirven las restricciones aplicadas.
El problema dramático es que no hay ningún otro plan más que esperar que ya nos infectemos todos –cuantos más vacunados haya mejor- y que para San Valentín se puedan abrir las discotecas. Cataluña es, por cierto, la única comunidad autónoma, junto con Asturias, que mantiene el ocio nocturno cerrado. Al final lo que desgasta ya no es la pandemia, que también, lo que desgasta es la inmovilidad de la Administración incapaz de hayan establecer las necesarias reformas en el sistema para evitar tenerlo tan colapsado, saturado y estresado.
Política sanitaria y la verdad
Desde hace 729 días, los informativos airean similares imágenes: hospitales, largas filas de gente a la espera de la vacuna, atención sanitaria, colas del hambre, escuelas, mascarillas, jeringuillas, siempre lo mismo. El desgaste afecta a todo el mundo, aunque no hay que eludir el mencionar que tenemos a una clase política más pendiente de las próximas elecciones en Castilla y León, o de si se adelantan las de Andalucía, o de las municipales del 23 y hasta de los dos años que quedan para las generales.
Unos quieren pasar de pantalla rápido, transmitiendo el mensaje de que la convivencia sin más va a ser la solución. Luego intentarán vender 'vender' sus fantásticas ideas sobre política de Sanidad, por ejemplo, convencidos de que la memoria es frágil y nadie se acuerda ya de lo ocurrido este bienio. Han tenido tenido tiempo más que suficiente para tomar alguna medida a fin de se pudiera atender dignamente a todos los ciudadanos en los centros médicos, de atención primaria o hospitalaria. Como dijo Pablo Iglesias el otro día en un mitin “yo ya no soy político y puedo decir la verdad”. En una sola frase lo dijo todo. Cuídense.