Pongamos que sabemos de qué hablamos, imaginemos que cuando hacemos referencia al catalanismo estamos ante un concepto claro y definido, que estamos ante una posición política que determina un target

Como esos cómodos anti-cucarachas que retardan sus efectos para ahorrarnos la visión de los insectos agonizantes, la inmersión lingüística ha sido el modo más limpio de exterminar charnegos sin el fastidio de tener que expulsarlos

Ya hemos pasado en nuestra historia por varios momentos en los que se pensaba que se podía satisfacer el hambre de los catalanistas. No lo consiguieron Francisco Silvela ni Antonio Maura a principios del siglo XX; ni Manuel Azaña y los republicanos del 31; y tampoco el actual Estado de las Autonomías.

El presidente de la CEOE es una figura procedente de Foment, presidida ahora por Gay de Montellà, un hombre totalmente alineado con el pacto fiscal. Rosell, muy bien relacionado desde siempre con la cúpula de CiU, debe defender, asimismo, la unidad de mercado en España. Una papeleta compleja, que intenta resolver haciendo una llamada a la negociación. Mientras, otros como Herrero o Arturo Fernández se enrocan en la Constitución y exigen más dureza contra la deriva independentista. Una papeleta complicada, en la que tocará hacer equilibrismo.