Nuevo viernes de promesas desde la tómbola del consejo de ministros tras otra semana convulsa, dramatizada por las cifras de paro que el jueves dejó el rastro de una EPA atroz, otra más, capaz de describir mejor que mil relatos las desgracias de esta crisis sin fin. Tratar de vender un dato positivo, un rayo de esperanza, es empresa condenada hoy al fracaso del hastío, de la profunda desesperanza que cinco años y pico de crisis ha instalado en el almario de millones de españoles, desánimo entreverado por esos chispazos de rabia contenida...