El uso de las denominadas 'drogas inteligentes' se ha extendido en los últimos años entre trabajadores de profesiones altamente competitivas. Se trata de unos neuroestimulantes sobre los que, aunque al parecer no generan dependencia, aún no hay estudios que arrojen datos sobre las consecuencias de su uso continuado a medio o largo plazo.

Un estudio muestra que aquellos pacientes que mejor responden al tratamiento con píldoras falsas tienen después una mejor reacción ante el tratamiento de verdad.  Los científicos quieren usar este efecto para diseñar mejores antidepresivos.