Puestos  a celebrar, cualquier suceso es bienvenido: que hemos pasado la ITV, que han acabado los exámenes, que ha funcionado el truco del arroz con el móvil... Pero hay acontecimientos objetivamente especiales, tanto que se merecen un monumento. Entre otras cosas, porque traen noticias de las buenas. Por ejemplo, que empieza el verano, que ya era año.