En noviembre de 1978 en Jonestown (Guyana) se produjo el suicidio colectivo de 912 seguidores (incluido el asesinato de 300 niños) del pastor estadounidense Jim Jones, miembros de una secta

España está ensimismada, absorta en imaginarios problemas identitarios y con un creciente sectarismo ideológico. Presa en una política agresiva, en modo guerracivilista, más de espaldas a los problemas reales de los ciudadanos que nunca.

En contraste con el simbolismo genuino, emotivo y estético del discurso del Estado de la Unión de Obama, en España hemos asistido a un derroche de teatralidad, ñoñería y zafiedad a raudales.