La tecnología ha llegado para quedarse, pero no en todos los casos. En los últimos veinte años los avances han sido más que notables: teléfonos móviles básicos se han convertido en smartphones con todo tipo de posibilidades, la Inteligencia Artificial -IA- gana terreno, y aumentan los ámbitos en los que es posible disfrutar de estos, como la energía o la educación. En este último, Suecia toma medidas e introduce importantes cambios en sus colegios y clases para mejorar el nivel de sus jóvenes alumnos: dice adiós a la tecnología en sus aulas tras quince años apostando por estos nuevos métodos.
Pero, ¿en qué consiste este cambio? Actualmente cada vez es más frecuente ver ordenadores y tablets en las mesas, en detrimento de los libros y tradicionales cuadernos. Este cambio no solo ocurre en el país europeo, sino que se produce a nivel mundial. En España también está pasando. Escuchar el rápido tecleo de los estudiantes permite seguir nuevos ritmos a la hora de coger apuntes y seguir el temario, pero lo cierto es que el uso de la tecnología no solo tiene ventajas, sino también inconvenientes. Está demostrado que utilizar los métodos tradicionales ayuda a una mejor memoria y retención de los conceptos, algo de lo que se ha percatado Suecia y que le ha conducido a dar un paso atrás en su metodología educativa.
Suecia dice adiós a la tecnología en sus colegios
Tras quince años apostando por las herramientas digitales, Suecia toma la importante decisión de volver a los tradicionales libros de texto y retirar los ordenadores de sus aulas. El país se convertía en el primero en tomar la iniciativa e introducir estos métodos digitales en sus colegios e institutos en 2009, pero tras analizar la productividad y resultados de sus alumnos, estos no han sido los esperados: un menor rendimiento escolar debido a una digitalización excesiva. Es sencillo que esto ocurra. A pesar de agilizar el proceso y poner al alcance nuevas herramientas, Internet y las distintas plataformas también ponen al alcance de los estudiantes numerosas distracciones.
Pero las autoridades suecas no son las únicas que se han percatado de este efecto en la educación. Estudios recientes señalan que leer en pantallas retroiluminadas genera más fatiga visual que leer en papel, por lo que estudiar se puede convertir en un proceso más cansado y pesado, además de provocar problemas de salud, como la miopía o la vista cansada a edades tempranas. Además, este método digiculta la concentración en el aprendizaje y genera un deterioro en competencias clave como la comprensión lectora y el análisis crítico de los contenidos.