Posiblemente, más de uno pensará que el aburrimiento en el trabajo es el pan nuestro de cada día. Sin embargo, no tiene por qué ser así, aunque fenómenos como el boreout, multiplicado tras la pandemia, comiencen a ser una constante en algunos puestos de trabajo.
Hablamos de desmotivación y de lo que podríamos definir como un patrón de aburrimiento crónico, que explican desde Ifeel, una plataforma de apoyo psicológico con psicólogos licenciados que opera desde 2016 y que cuenta con más de 300.000 usuarios en varios países. Se produce así una desconexión en los trabajadores a todos los niveles: mental, emocional, físico e incluso del propio comportamiento. Toda una alteración de hábitos donde el trabajo tiene mucho que ver, igual que sucede con el síndrome del burn out.
Todo ello llega después de un año y medio de rutinas trastocadas, teletrabajo mediante. Lo que podía ser una ventana abierta a una mayor libertad también esconde, según explican desde Ifeel, ciertas desventajas. Empleados aislados, cansados, sin relaciones interprofesionales y aburridos que, irónicamente, no se encuentran descansados o desestresados, sino todo lo contrario.
Intranquilidad e inquietud, con una sensación de vacío y de que el tiempo no pasa, son parte de esos patrones que el trabajador con boreout siente. Unos sentimientos que podrían desembocar así en una gran tensión o irritabilidad. En cualquier caso, este síndrome no se liga exclusivamente al teletrabajo, sino que puede producirse en el trabajo presencial, causa notable de este aburrimiento.
Se pueden llegar así a desembocar ciertas patologías como la ansiedad, el estrés o la depresión (coo indica este estudio) como causa de ese sentimiento de inutilidad o ineficacia laboral, el cual puede tener diferentes aristas y caminos con los que desarrollarse.
Causas del boreout (o aburrimiento en el trabajo)
Tan culpable puede ser el exceso de teletrabajo como el defecto, y tan culpable el abuso del presentismo como su absoluta falta. El 'calentar la silla', sea en casa o en la oficina, puede repercutir en ese estado de ánimo, pero no es lo único. Desmotivación por tener pocos incentivos, nula supervisión de las tareas o una incorrecta organización también podrían tener culpa en la aparición de este síndrome.
Por eso, desde Ifeel mencionan varias causas directas que pueden desembocar en el boreout.
- Teletrabajo 100%. El aislamiento derivado de la poca interacción puede incidir negativamente en aquellas personas acostumbradas al movimiento y al ambiente social de las oficinas. Con esta práctica se pierde esa relación de compañerismo, sustituyéndose por mails o llamadas de teléfono, pero perdiéndose parte del componente humano.
- Cultura del presentismo laboral. Permanecer en el puesto, incluso cuando no hay nada que hacer o sin admitir que no hay nada que hacer, puede llegar también a desencadenar este síndrome, aumentando la sensación de inconformidad o de desmotivación por la falta de estímulos.
- Mala asignación de tareas. Empleados sobrecualificados para determinados puestos o, en según qué casos, ordenar tareas motivantes o aburridas siempre a los mismos empleados. También influye aquí el hecho de que el reparto de tareas no tenga en cuenta las capacidades del trabajador, lo cual puede ser frustrante por tardar más o por no llegar a tiempo, e incluso por lo contrario, contribuyendo a generar ese hastío.
- Poca supervisión del desempeño y la coordinación. Desde Ifeel apuntan que es otra de las causas, sobre todo con la ausencia de espacios de confianza para revisar el funcionamiento del equipo y de cada empleado. La falta de evaluación y valoración del rendimiento y la motivación, amén de la inexistencia de sugerencias de mejora, pueden lastrar la moral del empleado.
- Incorrecta organización del empleado. No todas las causas recaen sobre la cultura empresarial, sino también en el trabajador. A veces, la inconsciencia del nivel de profundidad o empeño de una tarea, o no tener en cuenta aspectos que deben ser llevados a cabo, pueden inducir a esa desidia, más aún si no se responsabiliza de sus funciones, por ásperas que sean.
Toda esa desmotivación lleva a un camino de doble vía donde la infelicidad acaba apareciendo. Se suma así a la poca productividad, sintiéndose inútil para sí mismo y donde el empleador también ve una desgana permanente en el trabajador, lo cual repercute negativamente en la relación de ambos.
Es lo mismo que indican desde Ifeel, ya que esta situación de desgana puede suponer una ruptura con el compromiso de la empresa, en esa sensación de no remar en la misma dirección, pero también en su propia salud laboral. A ello iríamos con una falta de realización personal y un estancamiento profesional, con la consecuente pérdida de rumbo. Esta suma de consecuencias negativas acaba redundando en el empeoramiento del clima laboral, de la productividad, de la calidad e incluso en la reputación laboral de empleadores y empleados.
Los dos caminos para combatir el boreout
Evidentemente, la solución no es unilateral. Tanto empresa como trabajador deben llegar a un acuerdo o, cuanto menos, que ambos sean conscientes del problema. Esto será posible si se detecta la anomalía pronto, procurando que la situación no se enquiste y sea irreversible.
En este caso, el empleado puede procurar cambiar de actitud, aunque las causas sean ajenas a él. Seguramente, la situación no sea exclusivamente su culpa, pero sí es el primero en sufrirlas. Poner más atención, aprovechar el excedente de tiempo en ayudar o adelantar tareas puede ser una forma de paliar esta circunstancia.
Por descontado, la empresa también debe afrontar ciertos cambios, aunque una modificación de la cultural laboral es más compleja. Estas hondas raíces sí se podrían intentar corregir. Conocer esa cultura empresarial, cuáles son las inercias nocivas que se mantienen y actualizarlas, buscando una mayor flexibilidad, ya sea de horarios, de gestión de equipos y de tareas puede ser la mejor forma de evitar caer en esta desidia permanente donde la motivación brille por su ausencia.