Inevitablemente, con el paso del tiempo, las personas envejecemos. Una realidad que a muchos cuesta aceptar y otros afrontar con disposición y confianza. Aunque aseguran que no todos envejecemos de la misma manera, ni a la misma edad, los expertos recomiendan aumentar y adaptar los cuidados superados los 50 años. Unos cuidados en los que la dieta y los nutrientes juegan un papel importante.
A partir de esa edad es cuando los cambios en nuestro cuerpo son más evidentes. Y no solo a nivel físico. El funcionamiento de nuestro organismo ya no es el mismo, y requiere de aspectos que tenemos que modificar, como es el caso de la actividad deportiva y la dieta.
Según apuntan los expertos, al igual que durante la infancia nuestro cuerpo requiere de unos nutrientes concretos, según nos hacemos mayores, estos también tienen que adaptarse a las necesidades.
Es a partir de los 50 años cuando asistimos en nuestro cuerpo a notables cambios que van desde un aumento de la grasa corporal, una ralentización del metabolismo, una reducción de la masa muscular y una disminución en la producción de estrógenos en el caso de las mujeres y de los niveles de testosterona en los hombres.
Nutrientes que no pueden faltar en la dieta a partir de los 50 años
Para sentirnos bien, con una buena calidad de vida y evitar la aparición de enfermedades, es necesario aumentar el consumo de determinados nutrientes en nuestra dieta diaria, adaptándola así a las necesidades del momento.
Una dieta equilibrada y rica en determinados nutrientes que jueguen en favor de nuestro sistema inmunológico, la salud ósea y digestiva, y la función cognitiva, entre otros.
Vitamina B6
Interviene en la producción de energía, en la formación de glóbulos rojos y de anticuerpos y ayuda a reforzar el sistema digestivo y nervioso. Tal y como apuntan los expertos, a partir de los 50 años, al organismo le resulta más difícil absorberla.
Aunque en el mercado encontramos suplementos, la vitamina B6 se encuentra de manera natural en numerosos alimentos como aves, pescados, vísceras, lentejas, plátanos, o aguacates, entre otros.
Calcio
Considerado uno de los minerales esenciales más admirados, el calcio es imprescindible para garantizar la buena salud de los huesos, entre otras funciones biológicas, tal y como demuestran diversos estudios, que confirman que su ingesta es capaz de prevenir fracturas óseas.
Aunque es cierto que este nutriente es más importante en el caso de las mujeres, principalmente a partir de la menopausia, es recomendable que los hombres también cuiden su ingesta.
Vitamina D
En los últimos tiempos, los expertos han advertido sobre los bajos niveles de vitamina D de la población, algo que puede alterar el correcto funcionamiento de nuestro organismo. Esta imprescindible vitamina es esencial para el sistema nervioso e inmunitario, así como para la calidad de músculos y huesos. Además, es esencial para ayudar al cuerpo a absorber el calcio.
Entre las mejores fuentes naturales de vitamina D encontramos los pescados grasos como el salmón, el atún o la caballa, y otros como los hongos, la yema de huevo, el queso o las nueces.
Proteínas
Uno de los efectos del envejecimiento biológico es la disminución de la masa muscular, algo que, según los expertos, se puede retrasar aumentando el consumo de proteínas.
Tal y como desvela un estudio publicado en ‘Nutrients’: “La provisión de cantidades suficientes de proteínas en la dieta es fundamental para la salud muscular, ya que asegura el suministro de aminoácidos esenciales y estimula la síntesis de proteínas. Además, las personas mayores corren un alto riesgo de ingestión insuficiente de proteínas, y necesitan ingerir una mayor cantidad para mantener la función muscular. La calidad de la proteína ingerida también es esencial para promover la salud muscular".
El pollo, los cacahuetes, el atún, la gelatina o la soja texturizada son algunos de los alimentos con mayor aporte de proteínas.
Vitamina B12
Se trata de un nutriente esencial para mantener la salud de las neuronas y la sangre. Cuando nos hacemos mayores, el cuerpo pierde la capacidad de absorción, por lo que es importante aumentar el consumo de alimentos como el hígado, las almejas, los huevos o los lácteos.
El déficit de vitamina B12 puede ocasionar desde debilidad y fatiga a problemas respiratorios, de equilibrio, neurológicos, depresión o demencia.