A vueltas con el impuestazo a la banca. El Gobierno y las patronales bancarias AEB y CECA negocian para tratar de compensar la factura por la nueva tasa al sector con menos exigencias de capital por parte del Banco de España, según ha podido saber Vozpópuli de distintas fuentes financieras. Los bancos presionan a los Ministerios de Economía y Hacienda en recientes conversaciones aprovechando la influencia que pueden ejercer en el Banco de España tras el salto del exministro José Luis Escrivá.
El nuevo diseño del impuesto, que aplica una tasa progresiva de entre el 1% y el 7% en función de los ingresos, se extenderá durante otros tres años tras aprobarlo in extremis en el Congreso. Las patronales ya han activado fórmulas para intentar reducir su impacto en plenos recortes de tipos del Banco Central Europeo (BCE). Una de ellas sería la de rebajar o incluso eliminar el conocido como colchón de capital anticíclico.
Se trata de una ‘hucha’ como medida de prevención ante momentos de crisis económica que activó el Banco de España justo antes de que finalizara el mandato de Pablo Hernández de Cos. Se estima que costaría unos 7.500 millones de euros al sector para constituir este colchón hasta octubre de 2026, utilizando los beneficios de los próximos tres años.
Esta medida, como explican fuentes próximas a los bancos, no sentó nada bien en el sector, que ya advirtió de que podría impactar en la concesión de crédito. Aunque el golpe a la financiación no sería comparable con los 50.000 millones que estiman las patronales que dejarán de prestar por el impuestazo.
Esta ‘hucha’ es competencia del Banco de España y Hernández de Cos decidió impulsarla como “medida estructural” sin negociar con los bancos. Pero ahora, como explican fuentes próximas a los bancos, se pretende aprovechar la “influencia” en el supervisor con el nombramiento de Escrivá como gobernador.
Nueva tasa progresiva
Tras arrancar sobre la bocina el acuerdo con los socios parlamentarios, Hacienda se limitó a informar de que el tipo del impuesto tendrá un carácter progresivo con una escala en el gravamen que oscilará entre el 1% y el 7% según la base liquidable. Una semana después en el Ministerio de Hacienda todavía no se dan más detalles y el proyecto de ley con la reforma fiscal aún no se ha publicado en la Cámara Baja.
El lobby bancario está haciendo fuerza para buscar “al menos” una compensación, como indica un alto directivo bancario, aunque algunas fuentes próximas a las patronales prefieren ser cautas y dan una “baja expectativa” a que finalmente Moncloa relaje las exigencias de capital.
En cualquier caso, los banqueros han rebajado el tono con el Gobierno. Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, ha sido uno de los banqueros que más ha levantado la voz ante la nueva tasa, que sobre todo penaliza a los grandes bancos. Llegó a calificar de “Tasa CaixaBank” el nuevo impuesto e incluso azuzo el traslado de sede en futuras operaciones corporativas a nivel europeo.
Más rebajas de tipos
Pero en su última intervención pública, con motivo del nuevo plan estratégico hasta 2027, evitó un tono agresivo e incluso se declaró “cómodo” con la intención del Gobierno de volver a prolongar otros tres años más su permanencia en el capital del banco, donde controla el 18% como herencia de la compra de Bankia.
El nuevo diseño del impuesto llegará en plenas rebaja del precio oficial del dinero, cuando en su momento se justificó su creación por los “ingresos extraordinarios” ante el rally de tipos del BCE. Es más, el eurobanco se dispone a rebajar en diciembre al menos otros 0,25 puntos el precio del dinero, que se quedaría en el 3% a finales de este año. Y las amenazas de recesión en Alemania y Francia, y la guerra de aranceles con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca pueden obligar a Fráncfort a flexibilizar su política monetaria de forma más agresiva.