El salón de la casa de José Manuel García Margallo es un mausoleo de recuerdos de su etapa como ministro de Exteriores. Las fotos con autoridades inundan cada rincón: el rey Felipe VI, el exsecretario general de Naciones Unidas Ban Ki-moon… También hay enmarcado un cartel electoral de UCD, partido en el que militó en su juventud, y varios retratos de su mujer, Isabel Barreiro, que nos recibe en la entrada al portero, que trae un paquete, y a este periodista, con su ristra de preguntas.
La biblioteca está presidida por un cuadro de su abuelo, Mariano Marfil, director del diario conservador ‘La Época’ y testigo desde la Puerta del Sol de la llegada de la Segunda República como subsecretario de Gobernación en el último gobierno del reinado de Alfonso XIII, con Juan Bautista Aznar como presidente. “Si dejo de trabajar me muero”, dice Margallo, que acaba de publicar junto a Fernando Eguidazu ‘España en su laberinto’ (Almuzara), un ensayo que diagnostica en la historia de España, desde el reinado de Fernando VII hasta la actualidad, los males que han terminado por enquistarse en el país.
El libro es, ante todo, un canto al entendimiento entre los dos principales partidos (PSOE y PP) como única vía para que España salga de una vez de su propio laberinto. El exministro recibe a Vozpópuli en el mismo salón donde, un tiempo atrás, mantenía conversaciones telefónicas con Hillary Clinton, John Kerry o los dirigentes marroquíes. Un espacio donde las paredes han sido testigos de secretos de Estado y donde ahora Margallo lleva otro tipo de vida, aunque, como él dice, “de la política no se sale nunca”.
Pregunta: La actualidad manda, así que debo empezar preguntándole por el Reino Unido. ¿Qué le parece la salida de Liz Truss del Gobierno británico? ¿Podría volver Boris Johnson?
Estaba seguro de que Truss iba a dejar el Gobierno. Lo que ha ocurrido es la consecuencia de un error inicial, que fue el Brexit. Desde entonces, hemos tenido a David Cameron, Theresa May, Boris Johnson y ahora a Liz Truss. La salida del Brexit se produce con la asunción de que la membresía de la UE se iba a sustituir por una relación más fuerte con EEUU. De hecho, había una promesa de acuerdo Trump-Johnson que no se ha producido. El Reino Unido está buscando una solución en un mundo en el que, aislado, no puede vivir. Esta señora ha intentado aplicar las políticas de Margaret Thatcher en un mundo que no es el de entonces. La revolución neoconservadora fracasa en 2007 con la caída de Lehman Brothers. Es decir, un liberalismo sin reglas, con máxima discreción de los mercados y sin regulación pública no es viable. Truss anunció una reducción de impuestos que se ha tenido que suplir con una emisión masiva de bonos, lo que ha producido una caída de los precios y que los mercados se asusten. El Banco de Inglaterra ha tenido que sostener la libra y ha cundido el pánico en las filas tories, con la consiguiente caída de su credibilidad política. La vuelta de Johnson sería un disparate más del Reino Unido del Brexit.
P: ¿Será el próximo gobierno inglés laborista?
Los laboristas quieren que se produzcan unas elecciones generales inmediatas porque es obvio que ahora tienen una ventaja electoral indudable. Constitucionalmente, los conservadores no tienen por qué convocarlas ya que cuentan con mayoría y pueden formar otro gobierno. Cuando toque, Dios dirá, pero hasta entonces pueden pasar muchas cosas.
P: ¿Es comparable la crisis de Reino Unido con la de Italia?
No lo creo. En Italia lo que está averiado desde hace años es el sistema, mientras que en el Reino Unido lo que está en crisis es el partido conservador.
P: En ‘España en su laberinto’ dedica pocos elogios, por decirlo así, a Fernando VII. ¿Es Pedro Sánchez el Fernando VII contemporáneo?
Es evidente que Fernando VII y Sánchez andan ligeros de principios. Pueden cambiar de opinión, decir una cosa y la contraria, según pinten las encuestas del día. Por ejemplo, en campaña electoral, Sánchez dijo que jamás iba a indultar a los presos del procés, cosa que después hizo, por no hablar de los problemas de sueño nocturno a los que aludía si tenía que pactar con Podemos para gobernar. Por cierto, de las pocas imágenes que se han podido ver de la serie de Pedro Sánchez, me llama la atención una escena en la que se ve la bandera de España detrás de una planchadora de Moncloa. Hombre, yo tengo la bandera nacional en el despacho, no donde tengo la plancha, me parece un exceso.
Es evidente que Fernando VII y Sánchez andan ligeros de principiosJosé Manuel García Margallo
Sánchez es un autócrata, no tiene ningún tipo de principios ni valores. Dentro del partido ha arrasado con cualquier discrepancia… Me han contado hasta que está cambiando las secciones del PSOE en Iberoamérica para que estén al frente sus fieles. Es como Narváez, que cuando se va a morir le pregunta el cura si quiere perdonar a sus enemigos y responde: “No puedo porque los he fusilado a todos”.
P: ¿Es posible un regeneracionismo al estilo de Francisco Silvela, como aboga en el libro, con Vox como compañero de viaje?
Yo no creo en la política de bloques. Por desgracia todo apunta a que nos dirigimos a una política de enfrentamiento entre dos bloques contrapuestos. Creo que es mejor solución el PP y Vox en el Gobierno que Sánchez y Podemos con los separatistas (incluido Bildu). Pero un Gobierno de PP y Vox solo serviría para resolver problemas a corto plazo. Los grandes problemas solo serían solubles con un entendimiento entre las dos grandes fuerzas nacionales: centroderecha y centroizquierda. El PSOE tiene que recuperar su esencia, que asuma verdades tan elementales como el respeto a la integridad territorial, la independencia judicial y el cumplimiento de las leyes.
Un Gobierno de PP y Vox solo serviría para resolver problemas a corto plazoJosé Manuel García Margallo
La situación actual es muy delicada. España tiene hoy la misma renta per cápita que en 2005, es decir, que hemos perdido 17 años. Los Presupuestos Generales del Estado para 2023 son el ‘sueño de una noche de verano’, porque se basan en unas proyecciones económicas que han desmentido todas las organizaciones (Airef, Banco de España y Funcas).
P: Recuperar el bipartidismo, como sugiere en la obra, ¿pasa por derogar la Ley de Memoria Democrática?
Es el ejemplo paradigmático del afán de polarización de este Gobierno. Habría que derogarla completamente. Se aprovechan de que hay personas que no han tenido todavía ayuda suficiente para encontrar los restos de sus antepasados para volver a condenar el franquismo, algo que ya se hizo con Aznar en 2002. El único sentido de esta ley es volver a las dos Españas, siendo la España de la izquierda heredera de una república idealizada y la derecha heredera de un franquismo que hay que condenar todos los días.
El capítulo de la República va a despertar polémica. Nace con un pecado de origen, que es Manuel Azaña diciendo que “la República será de izquierdas o no será”, lo que dejaba fuera a la mitad de España. En el período que duró la República, que fue el mismo que el del Gobierno de Suárez, hubo 6 golpes de Estado (tres de los anarquistas, dos de la derecha y uno de los socialistas). Un régimen que tiene 6 golpes de Estado, es decir, que no le gusta a nadie (le pasa como a la Ley Trans), y acaba en una guerra civil… Llamarlo éxito no parece ajustado a derecho.
P: ¿Qué opina de la exhumación de José Antonio Primo de Rivera del Valle de los Caídos?
La familia ha estado impecable, ha aludido al testamento del propio José Antonio, que señaló que quería estar enterrado en un sepulcro católico. El Valle de los Caídos se convierte en un cementerio civil por lo que se cumpliría con su deseo trasladándolo a otro lugar.
José Antonio Primo de Rivera es una víctima de la guerra civilJosé Manuel García Margallo
Me parece que esta exhumación es una muestra más del empeño en marcar las diferencias entre las dos Españas. José Antonio es una víctima de la guerra civil, es fusilado en Alicante y estaba preso cuando se produce el alzamiento. Creo que sacan estos temas para distraer a la opinión pública, pero no les sale bien. Si preguntamos en la calle a la gente qué opina de la exhumación de José Antonio la respuesta sería: “¿Quién es José Antonio?”
P: Quiero desviarme un momento a la política internacional. En su etapa de ministro de Exteriores, ¿cómo fue su relación con Putin y Lavrov?
Con Putin mantuve 2 visitas, y siempre acompañando al Rey Juan Carlos. Me pareció un hombre de una enorme determinación, por su lenguaje corporal. No es alguien con el que irse de copas, desde luego. Con Lavrov tuve una relación más estrecha. Vino a Madrid, incluso. Cuando llegué al Ministerio el problema de Siria estaba candente. Emití una opinión poco compartida en mi propio Gobierno y que causó cierta perplejidad en el Consejo de la UE. Mi tesis era que Bashar Al Asad, apoyado por Rusia, no iba a ser derrocado y que lo más sensato era buscar una negociación. Alguien en el Consejo de Ministros me dijo que era absurdo porque “quien era parte del problema no podía ser parte de la solución”, a lo que respondí que a Churchill no le entusiasmaba Stalin y negoció con él porque siempre se negocia con los enemigos. Eso a Lavrov le impresionó, y fue él el que propuso que España entrase en el Core Group de países que trataban el tema sirio. Además, no se enturbió nuestra relación con Estados Unidos porque hablé personalmente con Hillary Clinton y John Kerry para explicarles lo que pensaba.
En otro momento, hubo el rumor de que Rusia estaba financiando a los separatistas catalanes. Lavrov me lo desmintió y me lo argumentó. Me dijo que Rusia tenía problemas territoriales en Chechenia y otras repúblicas caucásicas y que, por tanto, ellos estaban a favor de la integridad territorial de los países.
Lavrov nunca me engañó en mi etapa como ministroJosé Manuel García Margallo
Tuve un tercer momento de dificultad. El presidente de Bolivia, Evo Morales había viajado a Moscú, y al regresar tenía que hacer parada en Las Palmas. Antes de su regreso, recibí una llamada donde se me alerta de que hay que negar el espacio aéreo español a ese avión porque en él viaja Snowden. El avión se detiene en Viena 24 horas. Recibí amenazas de todo tipo de que se iban a cargar la Cumbre Iberoamericana. Llamé a Lavrov para preguntarle si era verdad que estaba Snowden en aquel avión. Me dijo que no, le creí y fue verdad. Nuestras relaciones eran buenas, nunca me engañó.
Ahora bien, con lo de Ucrania han traspasado todos los límites. Ceder ante la invasión de Ucrania por parte de Rusia sería admitir la claudicación del derecho internacional frente al uso de la fuerza.
P: ¿No le parece una posible solución la ‘diplomacia de precisión’ por la que aboga Podemos?
Sigo sin saber qué es la diplomacia de precisión. Podemos no puede ir en contra de Putin porque comparte su objetivo de formar un conglomerado de Estados antipáticos con los occidentales. Lo que les molesta es la democracia liberal, quieren otra cosa. Todos los autoritarios están con Putin: Orban, Berlusconi... Gente a las que molesta el modelo occidental.
P: ¿Cree que la política exterior de Pedro Sánchez en Europa era mejor que la de su Gobierno con Rajoy?
No lo creo. Hasta que Draghi hace aquellas declaraciones del "haré lo que haga falta" nosotros estábamos en 600 puntos de prima de riesgo. Ahora, desde el primer momento, Europa ha dicho que acudirá el rescate de los Estados. Las ayudas económicas que ha ofrecido la UE no tienen nada que ver con Sánchez. La política de geometría variable del presidente no se entiende bien en Bruselas. ¿Qué resultados ha conseguido? En América Latina hemos pasado de reconocer a Guaidó a retirarle el reconocimiento, en el Norte de África nadie entiende el viraje en la política exterior del Gobierno… ¿Qué logros ha conseguido?
P: ¿Qué pasará si el PP Gobierna con las relaciones con Argelia? ¿Hay marcha atrás con lo que ha hecho Albares?
Cuando gobernemos ya hemos perdido los puentes. No entiendo cómo el ministro de Exteriores no ha ido a Argel a arreglar esto.
P: ¿Tiene alguna teoría de por qué ha cambiado el Gobierno su política aquí de forma tan radical?
La tesis del teléfono no me la creo. Creo que en el monte Gurugú había un campamento grande de inmigrantes y Sánchez tuvo miedo de volver a ver en los telediarios lo que pasó en Ceuta con a valla. Sánchez entró en pánico y cambió su política con Argelia por el miedo a otro asalto a la valla. Si no, no encuentro ninguna explicación racional.
Sánchez cambió su política con Argelia por el miedo a otro asalto a la valla de CeutaJosé Manuel García Margallo
P: ¿Se avecina un Gobierno de Rajoy 2.0? La economía apunta a una recesión en los próximos años y coincidirá con la llegada del PP al Gobierno (presumiblemente).
Ese es el destino del PP. Aznar llega en la crisis del 96 y Rajoy en la crisis de 2010. Los retos del país son tan grandes que por eso creo que en un entendimiento entre las dos principales fuerzas políticas, replicando el modelo de la transición, es más que necesario.
P: Volviendo al libro, si España es un laberinto, ¿quién es su minotauro?
El minotauro es Pedro Sánchez, que ha consumado un proyecto iniciado por Rodríguez Zapatero cuyo objetivo es polarizar a los españoles. Todo comienza cuando Zapatero decide transformar un partido socialdemócrata, como lo era el PSOE, enfocado en la eliminación de las desigualdades, la regulación de los mercados (especialmente el de trabajo) y la redistribución de la renta nacional, en un partido radical que busca liderar aquellos colectivos que se han sentido injustamente tratados en la historia. Eso explica el énfasis de los socialistas actuales por encauzar el feminismo radical, el ecologismo radical, el centrarse en religiones minoritarias frente a la mayoritaria, que es el catolicismo, y por pactar con los nacionalismos periféricos. Esto último queda perfectamente reflejado en el Pacto de Tinell, por el que el PSOE se compromete a apoyarles en la defensa de sus nacionalidades históricas a cambio de que los nacionalistas les apoyen en el poder, todo ello arropado por la declaración expresa de no pactar con el PP en ningún lugar de España.
Sánchez, en este tramo final de la legislatura, está poniendo sobre la mesa todos los temas que pueden dividir a la sociedad. Hay un artículo de Ortega y Gasset que se cita en el libro donde el filósofo indica que “España está preparada para todo tipo de reformas, para lo que no está preparada es para el radicalismo”. Estamos ante propuestas radicales sin el ánimo de entenderse con el PP. Un ejemplo es la Ley de Memoria Democrática, que echa el ancla en la legitimidad del Gobierno de la Segunda República y al mismo tiempo hace un paréntesis del régimen del 78, extendiendo el franquismo hasta 1983.
P: ¿Es necesario la existencia de Ciudadanos para apuntalar esa Tercera España iniciada antaño por Feijoo y Jovellanos y que comenta en 'España en su laberinto' que intentaron Alfonso XII y Alfonso XIII?
Ciudadanos perdió su oportunidad, es un fenómeno en absoluta extinción. El partido de centro hoy es el PP.
Corto Maltes
Claro, abuelo, claro. La única prosperidad que han traído los 40 años de PPSOE ha sido gracias a la UE. Vosotros destrozáis todo lo que tocáis: reventasteis el sistema de cajas de ahorro, con un coste cercano a 100.000 millones que nos obligasteis a pagar a los ciudadanos y vais camino de reventar el sistema de pensiones.