Opinión

El ocaso de una legislatura

Cuando un Gobierno no da más de sí, es necesario que se convoque a las urnas

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Es difícil creer que el Gobierno actual tiene un programa político para España.

Un 20% de la población se encuentra por debajo del umbral de pobreza. Son más de doce millones de personas que viven en esa situación, con ingresos inferiores a poco más de 10.000 euros anuales por unidad de consumo. A ello se añaden casi un 30% de pobreza infantil en España. Son datos escalofriantes que dan la medida del empobrecimiento de la población, lo cual está en las antípodas de una política que tienda a la igualdad. Cuando el panorama al que nos enfrentamos es crecer a costa del gasto público, en un país que cada vez paga más impuestos, es imposible pensar que avanzamos hacia políticas de igualdad.

Son los números que anticipan el ocaso de una legislatura. Una legislatura que surgió siendo el PSOE el segundo partido nacional, tras el Partido Popular. 137 escaños para este último, por 121 –hoy 120 tras el paso de José Luis Ábalos al Grupo Mixto. Unos resultados electorales que denotan la imposibilidad de gobernar cuando se es el segundo partido del país.

Según los estudios demoscópicos, y la propia realidad, hay una amplia mayoría de españoles que creen que el Gobierno de Pedro Sánchez no tiene mayoría para gobernar. Así, desde 2023, el Gobierno es incapaz de aprobar unos presupuestos generales del Estado; que se prorrogaron en 2024 y se han vuelto a prorrogar en 2025. ¿Habrá presupuestos generales este año? Es imposible saberlo. ¿Quién sabe si Junts o Podemos los tumbará?

Lo cierto es que un Gobierno, con infinitas dificultades para aprobar las leyes está hoy en manos de minorías nacionalistas de las que nada se puede esperar. Sí, es el caso clamoroso de una legislatura que pervive en el ocaso, incapaz de mostrar un proyecto político para España, más allá de la demagogia o la retórica inane.

Y esto, sin contar con la corrupción. Es verdad que en esa materia el control es puramente judicial, sin que nos sea dado a los ciudadanos cosa distinta de hacer fe –principio básico de nuestra Constitución– en la presunción de inocencia. Y ello sin perjuicio de que, sin ir más lejos, llama la atención que el Tribunal Supremo haya pedido el suplicatorio al Congreso de los Diputados para José Luis Ábalos por cuatro presuntos delitos. Veremos cómo sigue el año 2025 en materia de corrupción, aunque con los antecedentes existentes no pinta bien.

Tampoco la política exterior española se distingue por un gran qué hacer. Solamente pensar que el día 10 de enero se proclama en Venezuela el próximo presidente, a pesar de que todos sabemos que el candidato Edmundo González arrasó las elecciones del pasado 28 de julio, nos da idea de lo alejado que se encuentra este gobierno respecto de ese resultado electoral legítimo para acabar con la dictadura, o la narcodictadura, de Maduro.

¿Alguien se imagina en Alemania haciendo nota de ese 80 aniversario? No, sería sencillamente impensable, al alcance de nadie en aquel país. No cometamos aquí un error que ni una sola persona cometería en Alemania

Es el momento de que, ante semejante ocaso, pongamos fin a la barbaridad puesta en marcha por el presidente Sánchez tras las elecciones del 23 de julio de 2023. Es el momento de comprender que es un pésimo asunto tratar de gobernar en minoría, con un socio de gobierno absolutamente demediado –Sumar– y con unos aliados parlamentarios que no dejan de ser lo peor de cada casa; desde el golpismo catalán, hasta los legatarios del terrorismo como es Bildu. Es imposible que de ahí surja otra cosa que el caos, a espaldas de todo proyecto nacional de futuro.

Eso que fue posible desde la Transición, gobernara quien gobernara, hoy se convierte en un inviable. Y si no recuperamos ese espíritu de la Transición, de la reconciliación, de tumbar los muros que dividen a los españoles, España se adentrará por muy mal camino. El camino de la desafección ciudadana, el camino de la degradación permanente de las instituciones.

Y ya, colocar al dictador Franco, a los 50 años de su fallecimiento, en una ocurrencia no se sabe al servicio de qué, no deja de ser un nuevo ejercicio de frivolidad. Pues los mejores tiempos para España vinieron con la Transición, con las elecciones de junio del 77, con la Constitución democrática de 1978. No lo olvidemos. No puede ser que volvamos la vista atrás en lugar de hacia adelante. En 2025 se cumplen 80 años de la muerte del criminal Adolfo Hitler (30 de abril de 1945). ¿Alguien se imagina en Alemania haciendo nota de ese 80 aniversario? No, sería sencillamente impensable, al alcance de nadie en aquel país. No cometamos aquí un error que ni una sola persona cometería en Alemania.

¿Habrá elecciones en 2025?

Sí, es el balance del ocaso de un gobierno. Nadie sabe si habrá elecciones generales en este 2025, pero, desde luego, cuando un Gobierno no da más de sí, es incapaz de promover un proyecto de futuro para España, es mucho mejor que se convoque a las urnas y que no se vuelvan a trastabillar como sucedió el pasado 23 de julio de 2023.

Entre tanto, Feliz Año a todos.

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