Son tres restaurantes para no perderse. Cada uno en su estilo, muestran que Madrid es una ciudad cosmopolita donde, si hablamos de gastronomía, encontrar las más variadas cocinas está al alcance de todos.
Restaurante Tse Yang
La elegancia de la cocina cantonesa
El mítico “chino” de Madrid está de aniversario. Son ya 28 años apostando por el producto, con sus platos de siempre y la máxima calidad. Hay que recordar que fue Tse Yang el que trajo la alta cocina china a Madrid, en una época en la que los restaurantes étnicos aún eran una novedad por su escasez.
Comedor de Tse Yang en un estilo sobrio y elegante.
Enclavado en el Hotel Roosewood Villa Magna (donde está ahora Amós), en su segunda etapa se mudó a otro emplazamiento, aunque justo enfrente de su antigua ubicación. Con entrada por Marqués de Villamagna, 1, posee un bonito jardín- imprescindible para las noches de buen tiempo- y un acogedor y elegante comedor.
La impecable puesta en escena y profesionalidad de su equipo de sala, lo convierte en uno de esos restaurantes en los que ir sobre seguro, aunque principalmente, desde luego, por su cocina. ¿Cuáles son sus clásicos?: no dejes de pedir sus célebres dim sum gourmet, el delicioso mushi de langosta, la lubina al vapor o el buey estilo Sichuan. Por supuesto, el pato laqueado a la pequinesa sigue siendo uno de sus grandes ‘must’; lo sirven en mesa auxiliar y los camareros lo preparan frente al cliente. Y no es lo único que se prepara en sala.
El pato laqueado, de piel crujiente y carne tierna, es uno de los 'must' de Tse Yang.
Lujos que mantienen la esencia, elegancia y sofisticación de este restaurante pionero. Pablo Kim, discípulo del chef fundador se encarga de esta cocina cantonesa compleja y actual. Otras carnes son sus crujientes tiras de buey caramelizadas y, fuera de carta para el otoño, han incorporado el codillo al estilo Dongpo, un guiso de cerdo típico del noroeste de China.
La bodega cuenta con 100 referencias, nacionales y foráneas, con buena variedad de champagnes. Ofrece tres menús degustación a 88, 68 y 65 euros.
El Jardín del Intercontinental
Cocina española de toque refinado
Un hotel clásico en Madrid (en tiempos fue el Hilton) que estrena nueva carta. El chef Miguel de la Fuente ha dado un giro a su propuesta en El Jardín del Intercontinental para apostar por la diversidad de la cocina española tradicional, con un punto sofisticado y guiños a otros países. El resultado son platos concebidos muy pensada y correctamente que desprenden delicadeza y refinamiento sin perder un ápice de autenticidad.
Ciervo con frutos rojos.
Una oferta basada en productos de temporada que cambia muy frecuentemente debido a que sigue fielmente los dictados del mercado de cada temporada, casi de cada día. Este cinco estrellas, ubicado en el Paseo de la Castellana, posee un luminoso comedor donde degustar muy distintas especialidades que engloba recetas señeras españolas.
Un viaje con el paladar para ir sobre seguro y cuya carta sorprende por su variedad: desde unas gambas al ajillo a una fina lubina a la meuniére. De unas deliciosas croquetas de carabineros (excepcional cremosidad) a un crujiente cochinillo con rossejat de morros. Madrid y el mundo en el plato con producto, técnica, vanguardia y tradición.
Abilio Garrido, jefe de sala y maître, gestiona la bodega, que cuenta con unas cien referencias, y también ofrecen vinos por copas. Otra de las citas ineludibles en Madrid es conocer su famoso y bien surtido brunch (94 euros), en buffet libre, que ofrecen todos los domingos del año bajo la bonita cúpula del hotel. Su lobby siempre está muy animado y es perfecto para tomar un café o una copa. El precio medio del restaurante es de 55 euros, otro lujo ¿no?.
Le Chinois
Un viaje a Oriente de contrastes y armonías
Inaugurado hace pocos meses, Le Chinois ha sido la sensación en Madrid por su impresionante decoración, especialmente por la figura de un imponente dragón que sobresale de la pared y domina la sala. El comedor, forrado en madera, con altos espejos y un gran ventanal, recrea la elegancia y refinamiento en China de la Dinastía Quing (dinastía manchú, siglo XVII).
Un imponente dragón sobresale de la pared y domina la sala.
Un ambiente mágico que envuelve, en un local de dos plantas, donde degustar una cocina muy basada en la excelencia del producto y con proveedores de renombre, como Discarlux para las carnes. La carta es variada y sorprendente, con especialidades como sus dim sum artesanos, entre los que destacan el de cerdo (jugos y suave) o la gyoza de langostino, de espectacular presentación y deliciosa. Muy recomendable pedir el surtido, con piezas diversas.
Original el pollo agridulce, en este caso con salsa de maracuyá, perfecto para los amantes de esta fruta, aunque muy distinto en resultados de la auténtica salsa agridulce. La sopa wan tun de cerdo rojo lleva un caldo elaborado durante 72 horas y puedes probar la morcilla de León en su JiaoZi (dumpling, gyoza) o los torreznos laqueados al estilo de Macao, con 18 especias chinas y flores de azahar. Dos guiños a España elaborados a la manera oriental.
Contrastes y armonías que continúan con segundos, como el cabracho al vapor con seta oreja de madera (solo aportan el crujiente) y verduras o la picaña madurada y sus tendones, hecha con jengibre. Destaca el arroz negro salvaje salteado con gambas, cangrejos, calamares y algodón chino rousong (carne seca de textura ligera y algodonosa).
Una carta variopinta que toca muchas teclas diferentes, aunque si quieres un clásico opta por el pato laqueado al estilo Le Chinois, madurado 10 días y laqueado en olla artesana, con lo cual la piel no es tan crujiente; siempre conviene encargarlo con antelación. Interesantes cócteles e, imprescindible, su cremosa tarta de queso.
Tres restaurantes que merece la pena conocer y disfrutar.