La historia de la censura del humor en España es tan rica como sus anécdotas. De las portadas censuradas e inexistentes de 'La Codorniz' al secuestro de El Jueves por la portada de los reyes fornicando pasando por la bomba anticomunista a la redacción de 'El Papus'. La sentencia contra la revista Mongolia por una caricatura es una anécdota más que provocará un efecto dominó y de autocensura. Malos tiempos para la 'satírica'.

Ni Florentino Pérez, ni Blas Herrero, ni Atresmedia, ni Mediaset han aportado nada nuevo a la TDT. Las televisiones exigieron al Gobierno nuevas licencias y, una vez que se las concedió, las han utilizado para emitir espacios enlatados y programas de ficción que ya se habían estrenado en sus principales cadenas. O, peor, para subarrendárselas a grupos extranjeros. El único proyecto que promete algo diferente es el de Secuoya, aunque de momento en su parrilla predominan los programas importados.