Rancheros y granjeros norteamericanos de finales del XIX utilizaron sus alambradas para comunicarse con sus vecinos. Como las instalaciones telefónicas de la época eran muy caras, estaban solo al alcance de ricos y eran controladas por empresas privadas aprovecharon el alambre de espino de contención del ganado para manipular las conexiones y tejer sus propias redes de comunicación vecinales. Así nació el primer chat privado de la historia.

Un grupo de investigadores desarrolla un sistema miniaturizado que podría utilizarse para tratar enfermedades neurológicas que afectan a regiones específicas del cerebro. El sistema también podría medir los efectos de los medicamentos sobre grupos de neuronas.