Cosas de la vida, o cosas de blogueras, el caso es que este viernes, 22 de mayo, me he acordado que se cumplirá el duodécimo aniversario de la boda del rey Felipe VI y Letizia Ortiz. Una fecha que tengo grabada a fuego, aunque más grabada tengo la de mi aniversario, el 30 de mayo de hace un añito, cuando Don G. me aceptó como esposa.

El 2015 ha estado plagado de bodas. Y las ha habido de todo tipo. Desde las más espontáneas e informales, como la de Cristina Pedroche con David Muñoz, celebrada con la novia en vaqueros y desde su casa –solo hubo una foto en redes sociales que confirmara el enlace-, otras “de pueblo” como la de Cayetano Rivera y Eva González; hasta las más rimbombantes como la de Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo.

Cristina Pedroche nos enseña su anillo de compromiso, Alba Carrillo confiesa que llevará tres modelos diferentes, Eva González da detalles sobre el diseñador de su vestido. ¿Hasta dónde se puede alargar una simple boda? ¿Cuántas entrevistas y reportajes se pueden conceder sobre el mismo enlace? El matrimonio se ha convertido en un negocio de lo más lucrativo para algunas celebrities, que no dudan en explotarlo hasta la saciedad. ¿No va siendo hora de que les paremos los pies?

Pocos eventos sociales levantan tantas emociones encontradas como una boda, pero absolutamente nadie se libra de asistir a ellas con relativa frecuencia. Por eso no es de extrañar que estos programas tengan su propio subgénero dentro del reality.

En alguna ocasión ya hemos contado que la crisis también se está haciendo notar entre las clases de la aristocracia y de la nobleza española. Muchos de estos nobles e importantes empresarios con grandes patrimonios han tenido que poner en alquiler sus casas-palacio para poder hacer frente a los gastos que conlleva el mantenimiento de estas propiedades.