Hace unos días, asistía a un encuentro de profesionales del mundo del vino, la comunicación y el marketing organizado con el fin de analizar cómo de eficaz resulta el discurso del vino de cara a cautivar al consumidor tanto nacional como internacional. Una reunión con un reducido número de miembros que nos posicionamos en función de nuestra relación con el sector, algo que marca la servidumbre o la libertad con la que cada cual analiza el problema.