Ser complacientes con la monarquía no ha estado nunca bien visto en España. Mucho menos sabiendo desde donde llega (el dictador lo dejo todo atado y bien atado), el maquillaje despues del golpe del 23 f y cómo funciona a estas alturas de la crisis (divorcio de la infanta primero, matrimonio del futuro rey con divorciada, urdangarinazos a diestro y siniestro, elefantes muertos, caderas rotas y corinas de la selva, deslices reales y perdones en público...). Pero ser complacientes con Letizia Ortiz es uno de los pecados que ya no se perdonan.