Ya nadie les presta casi nada, porque ya no cuela el truco de mantener la mayoría del poder en sus endeudadas empresas teniendo sólo una parte menor de su capital. Felipe Benjumea y Esther Koplowitz han vivido este año dos historias paralelas con un final similar: la pérdida de control de las firmas que heredaron.

Llega con retraso, pero a tiempo para las elecciones. La vicepresidenta de Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría y el ministro de Educación, Cultura y deportes, José Ignacio Wert, han anunciado la aprobación del instrumento legal  que modifica el pago de las amortizaciones para la producción y que se espera entre en vigor en 2016. También se han aprobado de 16 millones de euros para saldar con los productores los gastos de películas estrenadas hace años.

El Banco de España ha entrado en el debate entre FG y el sector, ministro Guindos incluído, sobre la existencia de una burbuja de crédito. El primero defiende que algunas entidades están rebajando sus niveles de riesgo para ganar volumen. Los segundos, lo niegan. Los últimos datos del supervisor son claros: se aceptan 4 de cada 10 peticiones, el mismo nivel que en 2007.

La política de comunicación del Gobierno pende y depende de Soraya, una mujer que sin haber hecho casi nada entendió enseguida que las buenas relaciones con los media era condición sine qua non para volar alto en política. Como gran sacerdotisa de los servicios secretos –el CNI- y la comunicación, es la persona con más poder del Ejecutivo. El partido es hoy una flota sin rumbo, pero hay una nave que surca intacta. 

No será sólo en Andalucía. La formación de Pablo Iglesias utilizará la vía del 'crowdfunding' para sufragar la carrera de sus candidatos para todos los gobiernos autonómicos. Podemos promete devolver el dinero a todos los inversores una vez reciba las subvenciones del Estado por los resultados electorales. Más allá de éstas, no aporta más garantías para hacer frente a su compromiso. ¿Inversión de riesgo?