Si hay un apellido que en el establishment patrio sea sinónimo de abogacía y política, ese es Garrigues. Los miembros de esta saga han estado presentes desde hace más de un siglo en las más altas esferas del poder nacional e internacional, desempeñando papeles que en unas ocasiones eran protagónicos y en otras, de reparto. Su presencia se ha sucedido en grandes acuerdos empresariales, proyectos ideológicos e iniciativas culturales, y en pleno 2014 el despacho de abogados que lleva su nombre continúa gestionando algunos de los asuntos más relevantes de la vida española. A su frente se encontraba hasta hace unos días Antonio Garrigues Walker, que con sus 80 años recién cumplidos da un paso atrás y aprovecha para publicar unas memorias escritas por los periodistas Carlos García-León y Borja Martínez-Echevarría (Península, 2014). Aprovechamos la ocasión para conversar con él sobre algunos de los acontecimientos que se narran en el libro, pero también sobre la actualidad española y su no tan conocida pasión por el teatro.

El gran padre del nacionalismo ha resultado ser un bluff y el entusiasmo por una próxima Diada histórica languidece. Hasta el más convencido seguidor de CiU tiene en el fondo la ligerísima sospecha de que quienes les han azuzado a la independencia prometiendo un futuro esplendoroso, lo que querían en verdad era quedarse en propiedad un país directamente. Así las cosas, ¿quién se queda ahora como referente moral en esta batalla hacia la libertad? Pujol lo único que intenta ahora es entorpecer a los jueces. 

Ambos documentos, frimados y redactados por intelectuales, piden exactamente lo opuesto. El de la plataforma Libres e iguales –en la que participan figuras como Mario Vargas Llosa- denuncia el “secesionismo catalán”; mientras el presentado, entre otros, por Nicolás Sartorious y José Antonio Zarzalejos, propone una reforma federal de la Constitución española.