China atraviesa una encrucijada económica marcada por una desaceleración en su crecimiento y una crisis inmobiliaria que ha complicado aún más la situación. Desde el año 2019, la economía china ha mostrado signos claros de debilitamiento, con tasas de crecimiento mucho más bajas de lo que el país estaba acostumbrado. Hasta el año 2011, China crecía a un ritmo cercano al 10% anual, pero desde entonces las cifras se moderaron, situándose entre el 6 y el 7% hasta 2019. Actualmente, el gobierno chino se ha fijado como objetivo alcanzar un crecimiento del 5% anual, una meta que no parece fácil de lograr en el contexto actual